La noche anterior ponemos los garbanzos en remojo en un cuenco con agua caliente y una cucharada de sal.
El día de la preparación, ponemos una olla con agua. En ella incorporamos el puerro y el apio cortado pequeñito y la zanahoria en rodajas. Además añadimos enteros el tomate y la cebolla junto a dos hojas de laurel y dos dientes de ajo. No debe faltar una buena cucharada sopera de Aceite de oliva Virgen Extra y un poco de sal.
Cuando comience a hervir el conjunto es el momento de añadir los garbanzos. Aproximadamente a los 30 minutos, sacamos la cebolla y el tomate enteros del caldo y añadimos las hojas de espinaca, bien lavadas.
Por un lado, machacamos en un mortero los dos dientes de ajo restantes con los cominos y unos granos de sal gorda, que ayuda a evitar las escapadas del contenido del mortero. Una vez esté bien molido introducimos el tomate y la cebolla que hemos sacado del caldo. Mezclamos todo bien hasta que esté homogéneo. Esta mezcla la añadimos al potaje.
Por el otro, vamos a preparar un sofrito. Teníamos media cebolla en la lista de ingredientes, que vamos a cortar lo más pequeña que podáis. Rehogamos hasta que empiece a dorar, momento en el que incorporaremos una cucharadita de harina, que cocinaremos y otra puntita de pimentón. De nuevo añadimos la mezcla al potaje.
Solo nos quedarán esperar dos horas aproximadamente para que tengamos el potaje de vigilia preparado.
Comentarios de los miembros:
El potaje de toda la vida.