Sin aro de emplatar y con invitados: el apaño que salva la presentación de tus platos (con algo que ya tienes en casa)
Hay objetos que solo echas de menos cuando ya es tarde. El aro de emplatar es uno de ellos. No porque lo uses a diario (nadie usa a diario un aro de emplatar, salvo que viva en una serie de televisión) sino porque aparece justo cuando te da por jugar a concursante de MasterChef.
Tú estás bien. La ensaladilla rusa está bien. El tartar está bien. El arroz meloso está en su punto. Y entonces decides que vas a presentarlo “bonito”. Abres el cajón de los utensilios con la esperanza de quien busca una llave que no recuerda haber perdido… y el cajón te devuelve una verdad sencilla: no tienes aro de emplatar. O no lo tienes hoy. Que es la peor forma de no tenerlo.
El problema no es solo estético. Es mental. Porque tú ya habías previsto ese plato. Y, de pronto, te ves intentando “dar forma con una cuchara”, que es el equivalente culinario a planchar una camisa con el vapor de la ducha: algo que haces con esperanza, pero sin garantías.
Así que hice lo que hacemos todos cuando no es cuestión de añadir más cachivaches a la cocina: tirar de creatividad doméstica. Y sí, una botella de plástico (bien usada) puede ser exactamente lo que necesitas.
Para qué sirve un aro de emplatar
Un aro de emplatar no cocina nada. No dora, no liga, no arregla una salsa cortada. Pero hace algo más útil cuando hay un plato que “servir”: pone límites.
En cocina profesional es casi parte del menaje imprescindible. En casa, no tanto… hasta el día en que quieres que la ensaladilla de sardinas o el tartar de fuet dejen de ser “una cosa rica en un plato” y se conviertan en una pieza con bordes rectos, altura y cierta presencia estética.
En el fondo, un aro de emplatar es un molde temporal: contiene, compacta y te permite retirar la pared en el último segundo para que los ingredientes queden más ordenados y apetecibles.
Traducción práctica: si consigues un cilindro firme, liso por dentro y con un diámetro razonable, ya tienes medio trabajo hecho.
Fabricar tu propio aro de emplatar con una botella de plástico es muy fácil
Qué botella elegir
- Una botella grande de agua (1,5 L) o de refresco, que no sea demasiado fina y mantenga la forma al manipularla.
- Mejor sin estrías exageradas, para que el interior quede lo más liso posible.
- E importante, usa un envase de uso alimentario (una botella de agua o refresco): ese plástico está pensado para tocar comida/bebida. Evita recipientes que no sean para alimentos.
Cómo cortarla para que funcione como aro
- Lava bien la botella por dentro y por fuera. Sécala.
- Con un cúter o cuchillo bien afilado (y mucho cuidado para no cortarte) corta un cilindro de la zona más recta. (Piensa en un “anillo” de unos 4–6 cm de alto).
- Repasa o recorta bien el borde para que quede regular.
Si quieres ir a lo seguro, forra el interior con film. Te facilita desmoldar y, además, evita que el alimento toque un borde recién cortado.
Un apunte: al cortar la botella puede quedar algún borde áspero. Repásalo con un recorte fino y trabaja con calma.
Descubre las recetas en las que usar un aro de emplatar
Trucos para usar bien un aro de cocina
- Rellena en dos tandas: pones mitad, presionas suave con el dorso de una cuchara, y terminas de rellenar.
- Alisa el borde superior antes de desmoldar. Ese milímetro final es el que da sensación de “restaurante”.
- Desmolda con calma: sujeta el aro con una mano y levanta recto. Si notas resistencia, gira milímetros, como quien despega una pegatina sin romperla.
Consejos para finalizar el emplatado:
- Plato frío: mete el plato 10 minutos en la nevera si vas con ensaladilla o tartar. Ayuda a que aguante la forma.
- Un hilo de aceite en el interior (muy poco) si no usas film, para facilitar el desmolde.
- Altura moderada: el timbal altísimo queda muy bien… hasta que se desmorona. Mejor 4–5 cm y que se vea limpio.
- Remate mínimo: una hierba, un toque de salsa, algo de contraste. No para tapar fallos, sino para que el plato se vea terminado.
Una presentación de 10
Una presentación cuidada y agradable es buena parte del plato. Y ahí, un aro improvisado aunque sea con una botella no es una chapuza: es una solución creativa a un problema menor.
Lo bonito de estos apaños es que no buscan la perfección. Buscan llegar a tiempo. Que el plato salga estético, presentable y apetecible, que aguante el minuto de gloria y que parezca, aunque sea un poco. que lo tenías todo bajo control.
Y tú, ¿qué otro truco doméstico te ha salvado un emplatado cuando ya era tarde para improvisar?
Patricia González







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