10 recetas icónicas para viajar por el mundo sin salir de tu cocina
Viajar no siempre requiere un billete de avión. A veces basta con encender los fogones. Cada plato tradicional guarda una historia, un paisaje y una forma de entender el gusto. Desde Asia hasta América, pasando por el Mediterráneo, estas diez recetas emblemáticas nos invitan a recorrer el planeta con un tenedor.
Prepárate para un viaje gastronómico sin moverte de casa: aromas, texturas y culturas que se cruzan en el plato.
Corea | Bibimbap
Color, equilibrio y armonía en un solo cuenco. El bibimbap (que significa literalmente “arroz mezclado”) es uno de los platos más representativos de Corea. Se sirve con arroz, verduras, carne y huevo, y se mezcla justo antes de comer. Su alma está en la salsa gochujang, una pasta de chile fermentado que le da carácter y profundidad.
Alemania | Franzbrötchen
En Hamburgo, la canela huele a pan recién hecho. El Franzbrötchen es la versión alemana del croissant francés, laminado y relleno de azúcar y canela. Dorado y fragante, es el compañero perfecto de un café de media tarde o de un desayuno de invierno.
Italia | Parmigiana di melanzane
Un clásico del sur que ha conquistado toda Italia. Capas de berenjena frita, salsa de tomate, parmesano y albahaca fresca se hornean hasta formar un gratinado dorado y fundente. Su nombre rinde homenaje al Parmigiano Reggiano, el queso que define su sabor.
Líbano | Baba ganoush
El baba ganoush es un puré de berenjena asada con tahini, ajo y zumo de limón. Su textura cremosa y su aroma ahumado lo convierten en el rey de los mezze orientales. Se come con pan pita, compartido en la mesa, como todo lo importante en el Mediterráneo.
Brasil | Coxinhas de frango
Crujientes por fuera, suaves por dentro y con un relleno de pollo desmenuzado que huele a casa. Las coxinhas son uno de los bocados más queridos de Brasil: pequeñas croquetas en forma de lágrima que nacieron como comida callejera y hoy se sirven en cualquier celebración. Su secreto está en la masa —hecha con caldo y harina— y en el contraste entre el dorado exterior y el corazón cremoso. Se comen con las manos, todavía calientes, y siempre arrancan una sonrisa.
Indonesia | Nasi goreng
El nasi goreng, cuyo nombre significa “arroz frito”, es el emblema culinario de Indonesia. Se saltea con verduras, pollo o gambas, y se corona con un huevo frito. Su secreto está en la salsa de soja dulce y en el punto justo de fuego: un equilibrio entre dulzor, umami y humo.
Japón | Tamago sando
En las vitrinas de las konbini, las tiendas japonesas abiertas las 24 horas, se esconde una joya de sencillez: el tamago sando. Este sándwich de pan de molde blanco y esponjoso, relleno de una mezcla de huevos cocidos y mayonesa japonesa, representa como pocos la delicadeza cotidiana de la cocina nipona. Su secreto está en el contraste entre la textura aterciopelada del relleno y la pureza del pan. Perfecto a cualquier hora, conquista por su discreción y su equilibrio absoluto.
Grecia | Feta saganaki
Crujiente por fuera, fundente por dentro. La feta saganaki se fríe en una sartén especial hasta dorarse, y se sirve con miel y sésamo. Dulce y salada a la vez, representa como pocos platos el espíritu griego: sencillo, cálido y lleno de luz.
Portugal | Bacalhau à Brás
Una receta lisboeta que resume la cocina portuguesa: bacalao desmigado, patata paja y huevo revuelto. Se dice que fue inventado por un tabernero del Bairro Alto llamado Brás. Hoy es una institución familiar, capaz de reconciliar incluso a quienes dicen no amar el pescado.
Venezuela | Arepas reina pepiada
De maíz y con historia. Las arepas son la base de la cocina venezolana, pero la reina pepiada es su versión más celebrada: rellena de pollo, aguacate y mayonesa. Se comen calientes, abiertas por la mitad, con las manos y sin prisas.
Brasil | Coxinhas de frango
Doradas, delicadas y con el inconfundible aroma del pollo recién cocido, las coxinhas son uno de los bocados más emblemáticos de Brasil. Nacidas en los puestos callejeros y convertidas en receta de fiesta, combinan una masa suave elaborada con caldo y harina con un relleno tierno que se deshace al morder.
Un viaje que continúa
Cada una de estas recetas es una puerta abierta: al sabor, a la memoria y a la manera en que cada cultura entiende el placer de comer. Porque cocinar, al final, también es una forma de viajar.
Adèle Peyches














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