5 dulces tradicionales que mi abuela hacía (y probablemente la tuya también): prepáralos tú mismo con estas recetas.

lunes 28 abril 2025 09:04 - Patricia González
5 dulces tradicionales que mi abuela hacía (y probablemente la tuya también): prepáralos tú mismo con estas recetas.

La cocina de mi abuela olía a leche hirviendo, a cáscara de limón recién pelada, a canela en rama. No tenía batidora, ni moldes de silicona, ni termómetro. Solo tenía una cocina de gas, una cuchara de madera gastada por los años, y una libreta con las esquinas dobladas donde apuntaba todo lo que importaba: “8 huevos por litro”, “no remover cuando hierve”, “esperar a que enfríe del todo”.

Había algo sereno en su forma de cocinar. Medía los tiempos con los ojos, probaba con la cuchara, sabía cuándo apagar el fuego solo con mirar la textura. Sus dulces salían siempre deliciosos: sencillos, exquisitos, suaves. Eran los postres de las casas donde no se tiraba nada, donde el pan duro se convertía en torrijas y las claras de huevo en merengues.

Algunos de esos postres los sigo preparando yo, aunque no siempre me salgan exactamente igual. Cada vez que los cocino, siento que rindo homenaje a la cocina de siempre, a mi abuela y a todas las abuelas que nos alimentaron y agasajaron con sus dulces cuando éramos niños.

Estos cinco postres formaban parte de su recetario. Y estoy bastante segura de que, en más de una casa, también del de otras muchas abuelas.


Natillas tradicionales caseras con canela y limón: el sabor de la infancia en cucharada

Natillas tradicionales caseras con canela y limón: el sabor de la infancia en cucharada

Primero calentaba la leche con piel de limón y canela. Luego, batía yemas de huevo con azúcar hasta que quedaban casi blancas, y las unía con la leche templada. El truco era no dejar que hirviera. “Solo hasta que espese”, decía.

Las vertía en cuencos de loza y les ponía encima una galleta María, que se hundía un poco pero nunca del todo. Después, a la alacena, tapadas con un plato, hasta que enfriaban.

Las natillas bien hechas deben tener una textura fina, sin grumos, y un color cálido, como la luz de la tarde. Nosotros, en Petitchef, recomendamos añadir un toque de vainilla y usar leche entera para conservar la cremosidad de siempre.

Receta completa ❘ Natillas tradicionales caseras con canela y limón

Foto de Petitchef

2. Flan de huevo (el grande, el de molde de corona)

2. Flan de huevo (el grande, el de molde de corona)

Nada de pequeños flanes individuales. El flan de mi abuela era un megaflan, como ahora lo llamarían. Se hacía en un rústico molde metálico y el caramelo se preparaba al momento, con solo azúcar y un poquito de agua. Luego, los huevos y la leche se mezclaban sin batir demasiado, y al horno, al baño María, hasta que cuajara. “El secreto está en no pasarse con la cocción. Si tiemblan, están listos”, anotó una vez en su cuaderno. Y tenía razón.

En La cocina completa, la Marquesa de Parabere defendía que el flan era uno de los postres más nobles que existen, siempre que se respeten el tiempo, la proporción de huevos y la paciencia.

Receta completa ❘ Megaflan de huevo y vainilla

Foto de Petitchef

Arroz con leche: cucharas lentas, fuego bajo

Arroz con leche: cucharas lentas, fuego bajo

Se preparaba con lo que había en casa: arroz, leche, azúcar, limón y canela. Pero había que tener tiempo. Remover, siempre en la misma dirección. No dejarlo solo. “El arroz no perdona si te distraes”, solía decir mientras lo removía con mimo y paciencia.

Cada familia tenía su versión. Unas lo cocinaban con mantequilla, otras añadían un chorrito de anís. El de mi abuela era espeso, ligeramente denso, con una lustrosa costra de canela por encima que se rompía al meter la cuchara.

Receta completa ❘ Arroz con leche

Foto de Petitchef

Magdalenas con copete

Magdalenas con copete

Se hacían los domingos por la mañana. La cocina se llenaba de olor a ralladura de limón y a huevo batido. Estas magdalenas caseras perfectas subían sin ayuda de levadura química. Solo con el batido a mano y el reposo de la masa en la nevera. Ella usaba moldes metálicos con cápsulas de papel, y una cuchara para llenar cada hueco. Al final, espolvoreaba un poco de azúcar por encima. El horno hacía el resto.

En el libro La cocina de nuestras madres de Carme Ruscalleda recoge una receta casi idéntica, donde la nata y la harina se combinan con cuidado, y la clave está en no mezclar de más. En Petitchef, proponemos dejar reposar la masa para que cojan mejor cuerpo al hornearlas. Funciona.

Receta completa ❘ Magdalenas caseras como las de pueblo

Foto de Petitchef

Bizcocho de cuatro cuartos: el de siempre

Bizcocho de cuatro cuartos: el de siempre

Era la merienda perfecta. Cuatro ingredientes: huevos, azúcar, harina y mantequilla. En la misma cantidad. De ahí su nombre. No había trampa. Solo paciencia para batir bien los huevos, para no dejar grumos y para no abrir el horno antes de tiempo. Era el bizcocho que se hacía cuando venía alguien a merendar, o cuando sobraban huevos. El que se mojaba en el vaso con leche caliente, el que se guardaba en una lata de galletas.

Este bizcocho aparece en todos los libros de cocina clásicos. Teóricos clásicos de la cocina tradicional como Ortega, Parabere, incluso Escoffier, lo mencionan en sus obras.

Receta completa ❘ Bizcocho de cuatro cuartos

Foto de Petitchef

Cocinar lo que ya cocinaron ellas

Estos postres no necesitan técnicas sofisticadas. Necesitan memoria. Y tiempo. No se preparan con cronómetro ni con medidas exactas. Se hacen con calma, con las manos, con los recuerdos. Como lo hacían ellas. Como quizás, todavía hoy, lo hacen muchas abuelas.

Y aunque ahora los ingredientes vengan del supermercado y los moldes sean de silicona, algo sigue igual: ese momento en que la cocina se llena de olor a leche caliente, a vainilla, a bizcocho recién hecho. Y entonces, por un instante, volvemos a ser los que esperábamos en la mesa, con la cuchara en la mano y los ojos muy abiertos.


Puede que también te interese:

Según un antiguo remedio de la abuela, poner una cebolla bajo la cama ayuda a dormir mejor (y tiene más beneficios)Según un antiguo remedio de la abuela, poner una cebolla bajo la cama ayuda a dormir mejor (y tiene más beneficios)

Además de ser un ingrediente básico en la cocina italiana, la cebolla es conocida por sus propiedades beneficiosas. Pero según una antigua creencia popular, también tiene el poder de mejorar el bienestar en casa: basta con ponerla debajo de la cama. Descubra los orígenes, el significado y los posibles beneficios de este curioso remedio tradicional.

Postres y dulces con galletas MaríaPostres y dulces con galletas María

Las galletas María saben a infancia, a momentos dulces y felices, a recreos y a cumpleaños de la niñez... Esta galleta es posiblemente una de las más populares del planeta y una de las más utilizadas a la hora de hacer dulces, postres y tartas; ¿Alguna vez te pasó que probaste una comida y...


Patricia GonzálezPatricia González
Apasionada por la cocina y el buen comer, mi vida se mueve entre palabras bien escogidas y cucharas de madera. Responsable pero despistada. Periodista y redactora con años de experiencia, encontré mi rincón ideal en Francia, donde trabajo como redactora para Petitchef. Me encantan el Bœuf bourguignon pero echo de menos el salmorejo de mi madre. Aquí combino mi amor por la escritura y los sabores suculentos para servir recetas e historias sobre cocina que espero te inspiren. La tortilla, me gusta con cebolla y poco hecha : )

Comentarios

Califica este artículo: