No hay plato más representativo de Perú que el ají de gallina, aunque actualmente se prepara con pollo. La primera vez que lo preparé creí morir abrasada de lo picante que estaba. Utilicé la pasta de ají amarillo envasada (errorrrr), nada que ver con la casera en la que solo se usa la pulpa del ají descartando tanto venas como semillas que es lo que realmente pica.
Es una receta perfecta para llevar el tupper a la oficina. Y también perfecta para reutilizar restos de pollo asado así te ahorras el paso de sancochar las pechugas de pollo.
La base de esta receta es la pasta de ají amarillo. Puedes encontrar la preparación en este link. Utilizar el ají amarillo casero hace que este guiso tenga todo el sabor del ají pero sin picor extremo. Además el caldo y la leche evaporada reduce bastante el picante.
Para el caldo de pollo: Poner todos los ingredientes en la olla a fuego medio/bajo y contar 30 minutos desde que empieza a hervir:
Una vez que las pechugas han hervido, colar el caldo y reservar un litro para más tarde.
Las pechugas se deshebran. Puedes hacerlo con dos tenedores o con los dedos:
Preparación del ají de gallina: Tostar el pan de molde y cortarlo en cubitos.
Poner el pan en una licuadora junto con el caldo caliente para remojar el pan. Licuar:
Pochar la cebolla en una olla con aceite de girasol a fuego bajo hasta que se ablande. Añadir el ajo y cocinar 1 minuto:
Añadir ají amarillo y ají panca y cocinar hasta que espese y veas que el aceite se separa de la pasta. El ají panca le da un toque especial al guiso. Por favor no lo omitas, te vendrá bien para otros sofritos aunque no sean peruanos:
Volcar el pan licuado con el caldo y cocinar hasta que haya reducido a la mitad y haya espesado, unos 10 minutos. Mezclar con frecuencia porque tiende a pegarse al fondo de la olla:
Añadir la leche evaporada y el pollo. Mezcla hasta que espese de nuevo, 5 minutos:
Y finalmente añadir el queso parmesano:
Prueba el punto de sal y pimienta. Sirve con arroz blanco, patatas, aceitunas, huevo duro y nueces picadas.