13 curiosidades sobre el té marroquí que quizá no sabías

Puede que lo hayas probado en una tetería del barrio o te lo hayan servido, con todo el ritual, en un viaje por Marruecos. Puede incluso que lo prepares en casa, con hierbabuena fresca y azúcar, como mandan los cánones. Pero si crees que el té marroquí, o té moruno, como se le conoce popularmente en España, y atay en Marruecos, es solo una bebida caliente con menta, te estás perdiendo la mitad del encanto. Esta infusión, dulce y fragante, es también símbolo de hospitalidad, ceremonia cotidiana y arte compartido. Su sabor intenso y su espuma brillante en la superficie no son casualidad: responden a siglos de historia, influencias culturales y pequeños gestos cargados de sentido. En este artículo, te contamos trece curiosidades que quizás no sabías sobre esta bebida fascinante.
No se cultiva en Marruecos
Aunque se asocia de forma inmediata con la cultura marroquí, el té moruno no tiene su origen en Marruecos. El país no cultiva té, ya que su clima no lo permite, y la variedad que se utiliza tradicionalmente (el té verde tipo Gunpowder) se importa de China. Lo que sí es propio y distintivo es su forma de preparación.
No es una tradición ancestral
A diferencia de lo que muchos creen, el té no forma parte de la cultura marroquí desde tiempos remotos. Se popularizó en el siglo XIX, en parte gracias al comercio con Gran Bretaña.. Hasta entonces, en Marruecos se consumían sobre todo infusiones de menta fresca e hierbabuena.
Se bebe muy caliente, incluso en verano
En Marruecos, el té se sirve casi hirviendo incluso en los días más calurosos. Esto tiene sentido en climas secos: el calor del té estimula la sudoración, y el sudor, al evaporarse, refresca el cuerpo. Además, el agua caliente ayuda a eliminar bacterias, lo que lo convierte en una bebida segura y saludable.
No se remueve con cuchara
Es habitual tirar el primer agua
El primer contacto del té con el agua hirviendo no se bebe. Se utiliza para “lavar” las hojas, eliminar impurezas, suavizar el sabor y reducir parte de la teína y los taninos que pueden amargar la bebida. Esa primera infusión se desecha antes de continuar con la preparación.
Cada vaso sabe diferente
Una curiosidad que suele sorprender al visitante: al servirse en varios turnos desde la misma tetera, el sabor del té cambia en cada vaso. Como las hojas permanecen infusionando dentro del recipiente, la intensidad evoluciona. La última taza suele ser la más intensa.
La menta no debe flotar
En Marruecos, la menta (o hierbabuena) se hunde hasta el fondo de la tetera. Si flota, puede “quemarse” con el calor, dando lugar a un sabor amargo que los marroquíes evitan cuidadosamente.
El té se sirve con espuma
El escanciado (verter el té desde cierta altura) no es solo un gesto elegante. Sirve para oxigenar la infusión, mezclar los ingredientes y generar una espuma fina que es signo de buena preparación. En Marruecos, un té sin espuma no está bien hecho.
Se sirve en vasos de cristal, no en tazas
Jamás se sirve un té marroquí en una taza. Se toma en vasos pequeños, de cristal y sin asa, diseñados para resaltar tanto el ritual como la estética. Suelen ser cilíndricos y transparentes, lo que permite comprobar que el color del té es el adecuado. También permite apreciar la espuma, señal de que ha sido bien servido. El cristal, a menudo decorado con motivos dorados o tradicionales, embellece aún más el gesto de ofrecerlo. Su pequeño tamaño permite servir varias rondas, prolongando la conversación y el placer de compartir.
Sorber no es de mala educación
En Marruecos, sorber el té, incluso haciendo algo de ruido, no se considera de mala educación; al contrario, es una forma práctica y aceptada de enfriarlo al beber. El té marroquí se sirve muy caliente, y sorber con suavidad permite disfrutarlo sin quemarse y resaltar mejor sus aromas. Lejos de estar mal visto, este pequeño gesto forma parte del ritual cotidiano.
Se endulza sin miedo
El té marroquí se sirve muy (muy) dulce: entre 30 y 50 gramos de azúcar por tetera. En ciertas zonas, se coloca incluso el terrón entre los dientes y se bebe el té a través de él. La dulzura es parte esencial del sabor y del carácter acogedor de esta bebida.
No se debe rechazar un té
Rechazar un té en Marruecos se considera descortés. Es un símbolo de bienvenida, amistad y cortesía, y siempre se ofrece antes de iniciar cualquier conversación, trato o visita familiar.
No hay hora para el té
A diferencia del té de las cinco británico, el té marroquí no sigue un horario fijo. En Marruecos se bebe a cualquier hora del día: al despertar, al recibir visitas, después de comer o simplemente para hacer una pausa. Más que una rutina, es una constante en la vida diaria, siempre lista para acompañar una conversación o un momento de calma.
¿Y tú?
¿Conocías todas estas curiosidades sobre el té marroquí? ¿Te ha sorprendido alguna en particular? ¿Lo sueles beber en casa, en teterías o lo descubriste viajando?
Cuéntanos tu experiencia, tus rituales o incluso tu receta favorita. Te leemos en los comentarios… ¡y no dudes en compartir este artículo con quien sepa disfrutar de un buen atay!
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