La bebes para sentirte más ligero… pero quizá sea justo lo que está hinchando tu estómago
Refresca, burbujea y lleva décadas en nuestras mesas. Algunos la beben para “ayudar a digerir”; otros la evitan por miedo a hincharse. Pero ¿de verdad el agua con gas es buena o mala para la digestión? La respuesta, como casi siempre, depende: del momento, del tipo de agua y, sobre todo, de cómo la tomes.
Qué es exactamente el agua con gas
Un poco de ciencia, solo la justa.
El agua con gas es agua a la que se ha añadido —o en la que se conserva— dióxido de carbono (CO₂), el gas responsable de sus burbujas.
➡️ Existen dos tipos principales:
- Naturalmente carbonatadas: en las que el gas proviene de la propia fuente (como San Pellegrino o Badoit).
- Gasificadas artificialmente: a las que se inyecta CO₂ después del embotellado.
Ambas contienen el mismo gas, pero pueden comportarse de forma distinta según su mineralización y la presión de embotellado, factores que influyen en la sensación en boca y en cómo se toleran a nivel digestivo.
Lo que ocurre en tu estómago
✔️ El gas estimula la producción gástrica.
Cuando bebemos agua con gas, el CO₂ forma burbujas que se expanden ligeramente en el estómago. Esa pequeña distensión estimula, por reflejo, la liberación de jugos gástricos. No es una “cura digestiva”, pero sí puede generar una sensación pasajera de ligereza, especialmente tras comidas copiosas.
✔️ Favorece los eructos.
El mismo gas también busca salida: al eructar, se libera parte del aire acumulado y disminuye la presión abdominal.
❌ Para la mayoría no supone problema, pero en personas con reflujo o hipersensibilidad gástrica, el exceso de gas puede aumentar la incomodidad.
Agua carbonatada: Hinchazón o alivio una cuestión de tolerancia
La reacción al agua con gas varía mucho entre personas. Hay quien puede beber un litro sin notarlo y quien se siente hinchado tras medio vaso.
✔️ Si eres de las segundas, puedes probar con una agua de burbuja fina o poco gasificada, tomarla fresca pero no helada y evitarla durante las comidas, cuando el estómago ya está lleno.
✔️ Y si padeces reflujo o hernia de hiato, lo más recomendable es elegir agua sin gas o de mineralización débil: el CO₂ tiende a aumentar la presión interna y puede agravar los síntomas.
El mito del “vientre hinchado permanente”
➡️ El agua con gas no engorda ni provoca aumento de grasa abdominal: no aporta calorías, azúcares ni sodio relevante.
➡️ La hinchazón que algunas personas notan es puramente mecánica y temporal: se debe a la acumulación de gas en el estómago o el intestino, no a un cambio real en el cuerpo.
✔️ Un pequeño truco: verter el agua en un vaso y dejarla reposar un minuto reduce parte del gas disuelto y suaviza su efecto, sin que pierda frescor.
Lo que sí puede aportar
Algunas aguas carbonatadas son naturalmente ricas en bicarbonatos, lo que ayuda a neutralizar la acidez estomacal leve y puede hacer las digestiones más cómodas.
Otras contienen calcio o magnesio, que contribuyen de manera modesta al aporte diario de minerales.
➡️ Esa sensación de “limpieza” después de un vaso de agua con gas tiene una base real: no es magia, sino una leve acción tampón del bicarbonato sobre el exceso de acidez.
En pocas palabras
✔️ El agua con gas no perjudica la digestión y puede resultar agradable después de comidas abundantes.
❌ En personas sensibles, puede causar hinchazón o malestar si se toma en exceso o demasiado deprisa.
No sustituye al agua normal ni a los hábitos que favorecen una buena digestión: comer despacio, masticar bien y evitar el exceso de grasa o alcohol.
De modo que, no hay por qué renunciar a ella, pero conviene escuchar al cuerpo. En la digestión, como en casi todo, el equilibrio está en el punto medio.
Adèle Peyches
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