Trucos de abuela para que las alubias siempre salgan sabrosas

No hay plato más nuestro que un buen puchero de alubias. Pero ¿por qué las alubias de la abuela sabían siempre mejor, aunque llevaran cuatro cosas contadas? La respuesta no estaba escrita en ningún recetario: se aprendía con el tiempo, a base de mirar y de oler.Hoy te comparto esos secretos sencillos, pero poderosos, que transforman unas alubias comunes en una comida cargada de sabor, tradición y puro cariño. Porque a veces, lo más simple, es lo que más se queda impregnado en nuestras memorias.
1. Las alubias necesitan tiempo… y no solo para cocer
La abuela lo sabía bien: las alubias necesitan reposar. Dejar las legumbres en remojo al menos 8 horas no solo ablanda la piel, también mejora la digestión. ¿Un truco clave? cambiar el agua antes de cocinarlas ayuda a que el sabor quede más limpio, más “puro”, como decían ellas.
2. El sofrito es el corazón del plato
Antes de cocer, hay que empezar por un buen sofrito. En muchas casas se hacía así, y se sigue haciendo:
- Cebolla bien pochada,
- Ajo machacado en el mortero,
- Un chorrito de aceite de oliva virgen extra (o incluso un poco de manteca, como se usaba antes en el norte).
Este sofrito será la base que dará carácter a todo el guiso.
3. No te olvides del laurel
Unas hojas de laurel, y la cosa cambia. Dos son suficientes, durante la cocción, para dar ese aroma de guiso tradicional. Muchas abuelas lo ponían sin pensar, como un gesto automático. Y con razón.
4. Un toque ácido al final
Pocas personas lo hacen, pero unas discretas gotitas de vinagre o zumo de limón al final realzan el sabor y aligeran el guiso. No es algo moderno: nuestras abuelas lo hacían casi sin saber por qué, sobre todo si el guiso había quedado fuerte, algo subido de sal o un poco graso.
5. Caldo espeso, sin trampa ni cartón
¿Quieres un caldo más denso y meloso? Tritura un cucharón de alubias (o machácalas bien con un tenedor) cocidas con su propio caldo y devuélvelo a la olla. Nada de espesantes artificiales. Así se conseguía ese caldo con cuerpo, sin que perdiera su esencia.
6. Un poco de chicha (pero sin pasarse)
Las abuelas sabían cómo dar sabor sin pasarse de grasa ni de sal. A veces bastaba con un trozo pequeño de:
- Chorizo curado,
- Tocino entreverado,
- Un recorte de jamón o de costilla adobada.
Pero siempre en pequeñas cantidades, sólo para dar sabor. No se trata de hacer una fabada, sino para dar fondo.
Consejo extra: cocina de más y congela.
Hoy tenemos congelador, y es una ventaja. Si vas a congelar alubias, hazlo cuando ya estén guisadas, con su sofrito y sus aromas. Así conservan mucho mejor el sabor. Guarda en raciones y caliéntalas directamente en la olla.
El secreto está en la sencillez
No hace falta nada raro ni caro. Solo cariño, atención y tiempo. Eso que nuestras abuelas sabían dar con naturalidad. Prueba a seguir estos pasos y verás cómo tus alubias saben a comida de casa, de verdad.
Puede que también le interese:
