Estos 6 alimentos cotidianos esconden curiosidades que te van a sorprender

Abrimos la nevera o la despensa casi sin pensar. Pero lo que parece de lo más normal muchas veces guarda historias curiosas, sorprendentes o directamente desconocidas. En este recorrido entre ciencia, historia y cultura, te contamos lo que no sabías de seis alimentos que probablemente consumas a diario (o casi).
Una mirada distinta a lo que comemos, que demuestra que la cocina es mucho más que alimentarse. Si disfrutas aprendiendo cosas nuevas sobre lo que usas a diario, esta lectura te va a sorprender.
1. Plátanos: una fruta... ligeramente radioactiva
Sí, los plátanos contienen potasio, fundamental para el cuerpo. Pero una mínima parte es potasio-40, un isótopo naturalmente radioactivo. La proporción es tan pequeña que no supone ningún riesgo, pero resulta lo bastante llamativa como para haber inspirado una unidad de medida informal: la “dosis equivalente a un plátano”, usada para explicar de forma accesible cuánta radiación emite algo.
Dato: Para que fuera realmente dañino, haría falta comerse más de 10 millones de plátanos de una vez.
2. Zanahorias: del morado al naranja por razones políticas
Las zanahorias no siempre han sido naranjas. Originalmente, las zanahorias eran moradas, amarillas o blancas. El color naranja no apareció hasta el siglo XVII en los Países Bajos, como homenaje a la Casa de Orange, la familia real holandesa. Los agricultores empezaron a seleccionar y cultivar sólo zanahorias naranjas por patriotismo, y a partir de ahí se convirtieron en la variedad más común en todo el mundo.
Curiosidad: Las zanahorias moradas están resurgiendo por su alto contenido en antocianinas, unos pigmentos naturales con un potente efecto antioxidante.
3. Kétchup: un remedio para la indigestión
Hoy el kétchup está en todas partes: patatas fritas, hamburguesas, perritos... Pero sus orígenes eran mucho más, digamos, terapéuticos. Las primeras versiones datan del siglo XVII y no llevaban tomate: eran salsas fermentadas a base de pescado, muy comunes en Asia. En 1834, el médico estadounidense John Cook Bennett promovió el kétchup de tomate como remedio contra la indigestión y los trastornos gastrointestinales. Incluso llegó a fabricar píldoras de kétchup, convencido de sus beneficios digestivos.
Curiosidad: No fue hasta finales del siglo XIX, con la incorporación de azúcar y vinagre, cuando el kétchup adoptó el sabor dulce y ligeramente ácido que conocemos hoy.
4. Chocolate: moneda valiosa y bebida sagrada
Para los mayas y los aztecas, el cacao no era un capricho dulce, sino una moneda de cambio (incluso más valiosa que el oro) y una bebida ceremonial. Los granos de cacao se usaban para pagar impuestos o salarios, y la bebida, amarga y especiada con chile, estaba reservada a guerreros y nobles. Solo tras su llegada a Europa se empezó a endulzar con azúcar y leche, dando lugar al chocolate que conocemos hoy.
Curiosidad: Los aztecas consideraban el cacao un regalo de los dioses, y lo utilizaban en rituales religiosos y matrimoniales.
5. Pasta: los agujeros tienen un sentido
Italia cuenta con más de 350 tipos diferentes de pasta, y cada uno cumple una función precisa: la forma, y en especial los agujeros, está pensada para adaptarse a cada tipo de salsa.
- Los macarrones (rigatoni o penne rigate) retienen bien las salsas espesas.
- Los espaguetis (spaghetti) y bucatini son ideales para salsas fluidas.
- Los fideos de sopa (capellini o ditalini) aguantan bien la cocción.
- En fideuás o guisos, los fideos huecos (fideus buits o gomiti rigati) absorben el caldo perfectamente.
Curiosidad: Los “Imbutini”, creados en 2013 en Ozzano dell’Emilia, tienen una forma que recuerda a un embudo. Esta estructura les permite recoger el condimento de manera uniforme, lo que los hace ideales para salsas densas.
6. Patatas fritas: nacieron como una venganza
Las patatas fritas finas y crujientes, como las de bolsa, no surgieron por casualidad. Según la leyenda, en 1853, un cliente de un restaurante en Saratoga Springs (Nueva York) se quejó de que las patatas eran demasiado gruesas. El chef, George Crum, las cortó finísimas y las frió hasta que quedaron rígida s, solo por fastidiar. El resultado fue tan inesperado como exitoso: al cliente le encantaron, y las llamadas “Saratoga Chips” se convirtieron en un fenómeno que acabaría dando origen a toda una industria multimillonaria.
Curiosidad: Los primeros paquetes de patatas fritas se vendían en latas antes de pasar a las bolsas.

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