5 formas absurdamente deliciosas de rescatar las manzanas que dabas por perdidas
Las manzanas pasadas del frutero, esas que parecen haberse despedido de sus mejores días, guardan una última lección de dulzura. La piel se encoge, el brillo se apaga y uno piensa que su destino es el cubo de basura. Error: justo entonces comienza su segunda vida.
Al perder agua, concentran su azúcar natural y revelan un sabor más redondo, casi meloso. Es el instante en que la fruta madura puede ser la clave de un postre delicioso sin necesidad de añadir un extra de azúcar.
El secreto está en la propia fruta (y en cómo la tratas)
Cuando trabajas con fruta madura, el truco está en aprovechar su textura y su pectina natural. Esa sustancia que hace que la mermelada espese es la misma que da cuerpo a una compota o a un relleno de tarta, sin necesidad de azúcar ni gelatina.
Si quieres realzar su sabor, ásalas despacio, a baja temperatura (150 °C). El calor prolongado transforma la fructosa en notas de caramelo, miel y mantequilla.
¿Otra opción? Cocerlas con un chorrito de zumo de naranja o un poco de canela. La acidez y las especias equilibran el dulzor natural sin necesidad de endulzantes.
Y si te apetece textura, no peles la manzana: la piel contiene fibra y sabor. Además, ayuda a que el resultado final tenga más cuerpo y color.
Menos azúcar, más sabor
Cuando eliminas el azúcar añadido, los matices se multiplican. Empiezas a notar el punto ácido, las notas de sidra, la cremosidad del interior. El sabor deja de ser plano: vuelve a tener carácter. Y lo mejor: es más ligero, más real y más tuyo.
Solo necesitas manzanas para disfrutar de estas delicias
Ninguna de estas recetas necesita azúcar añadido. Si aparece en los ingredientes, simplemente elimínalo: el sabor ya está en la fruta.
Mirella Mendonça




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