Desde cero: cómo cocinar seitán para que se convierta en un básico en tu cocina

¿Sabías que uno de los alimentos más ricos en proteínas es de origen vegetal y se elabora a partir del trigo? Se llama seitán, y si la primera vez no te gustó, quizás no lo cocinaste bien: su sabor es muy neutro y, sin condimentos ni buena preparación, puede parecer insípido o tener una textura poco agradable. Pero eso tiene solución, y aquí te contaremos cómo.
Un ingrediente sencillo con muchas posibilidades
El seitán, a veces llamado "carne vegetal", no es ningún invento moderno. En realidad, se remonta a siglos atrás, en la cocina budista de Asia oriental, donde se usaba como alternativa vegetal en dietas monásticas. Está hecho a partir del gluten del trigo, la parte proteica que queda tras lavar la harina y eliminar el almidón. Aunque aún es un gran desconocido para muchos, tiene todo lo necesario para convertirse en un básico de tu cocina si te animas a darle una oportunidad. Su textura recuerda sorprendentemente a la carne, se cocina de mil formas y absorbe sabores como si fuera una esponja.
Además, cuando hablamos de proteínas, no se queda atrás: el seitán aporta entre 24 y 25 gramos por cada 100 gramos. ¿Una comparación? El huevo, con fama de proteína estrella, ronda los 13 gramos por cada 100. Así que sí, este preparado a base de gluten de trigo tiene más proteínas que muchos alimentos de origen animal, y eso explica por qué quienes siguen una dieta vegetal lo tienen tan presente en sus platos. Pero el seitán no pretende imitar a nada. Solo quiere que lo cocines bien.
Hecho con harina, agua y paciencia, ha encontrado su sitio en muchas cocinas por su firmeza, su sabor neutro y su versatilidad. El problema es que, si no sabes cómo tratarlo, puedes tener una mala experiencia… y no volver a intentarlo.
¿Y por qué debería interesarte?
Beneficios más allá del plato
Aunque no contiene todos los aminoácidos esenciales por sí solo, el seitán es una excelente fuente de proteína vegetal. Y cuando se acompaña de legumbres, cereales integrales o frutos secos, se convierte en una combinación muy completa desde el punto de vista nutricional.
También es bajo en grasas, no tiene colesterol y, si se prepara en casa o se eligen versiones de buena calidad, permite un control total sobre la sal y los ingredientes añadidos. Es ideal para quienes buscan reducir el consumo de carne sin renunciar a platos sabrosos y saciantes.
Cómo prepararlo (y no fallar en el intento)
La clave está en no tratarlo como carne, pero tampoco como un producto neutro. El seitán necesita cariño: buenos caldos, especias, marinados, fuego medio y tiempo suficiente para impregnarse. Porque si se cocina sin alma, sabe a eso: a nada.
Empecemos por la base. Si compras seitán ya preparado, elige uno de buena calidad, preferiblemente ecológico y sin aditivos innecesarios. La textura debe ser firme pero no gomosa, y el color ligeramente tostado. Una vez en casa, conviene darle un primer golpe de sabor: un marinado en salsa de soja, ajo rallado, un poco de jengibre y zumo de limón durante al menos media hora puede cambiarlo todo.
Otra opción es cocinarlo directamente en un caldo aromático. Cuece el seitán durante 10-15 minutos en una mezcla de agua, salsa de soja, laurel, cebolla y especias al gusto. Esto intensifica su sabor y lo prepara para cualquier preparación posterior. Una vez cocido, puedes dorarlo en sartén, cortado en filetes finos, hasta que tome color por fuera. No temas añadir especias, hierbas secas o incluso una pizca de mostaza en polvo: el seitán agradece cada capa de sabor.
¿Guisos? Perfecto. ¿Woks con verduras? También. ¿Brochetas al horno con hierbas provenzales? Adelante. El seitán actúa como una esponja culinaria: si le das sabor, lo devuelve con gusto. Eso sí, evita temperaturas demasiado altas y cocciones largas que lo resequen.
Hora de ponerse el delantal
Integrar el seitán en tu alimentación diaria puede ser tan sencillo como delicioso. Aquí te presentamos una receta fácil exquisita para empezar:
Albóndigas de seitán con tomate
Ingredientes:
- 200 gr de seitán
- 100 gr de alubias rojas (enlatadas y escurridas)
- 1 cucharada de tomate concentrado
- 2 cucharaditas de semillas de chía (o 1 huevo) + 2 cucharadas de agua
- 1 cebolleta
- 1 cucharada de cilantro picado
- sal
- pimienta
- Un poco de aceite
- 1 cucharadita de pimentón ahumado (opcional)
- Salsa de tomate (para acompañar)
Preparación: Mezcla las semillas de chía con 2 cucharadas de agua en un vaso y deja reposar 10 minutos a temperatura ambiente, hasta que se hinchen.
Coloca todos los ingredientes en la picadora, incluida la chía ya hidratada, y tritura hasta obtener una mezcla uniforme.
Forma bolas de unos 30 g con las manos.
En una sartén con un poco de aceite de oliva (o la grasa que prefieras), cocina las albóndigas a fuego medio durante 10 minutos, dándoles la vuelta con cuidado para que se doren por todos lados sin romperse.
Cuando estén marcadas, añade la salsa de tomate y deja que se cocinen a fuego lento otros 10 minutos.
Sirve con espaguetis o arroz. ¡Y a disfrutar!
Ahora, ¿le darías una oportunidad?
El seitán no viene a sustituir nada. Viene a sumar. Tiene cuerpo, acepta salsas con gusto y, cuando se cocina con cabeza, puede formar parte de menús tan sabrosos como equilibrados.
Si la primera vez no convenció, tal vez no fue culpa del seitán, sino de la receta. Vale la pena intentarlo de nuevo. Con buena técnica y sin prejuicios, se convierte en un ingrediente digno de repetir.
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