Corre, come y repite: el fenómeno food runners que está revolucionando la gastronomía urbana

viernes 23 mayo 2025 09:51 - Patricia González
Corre, come y repite: el fenómeno food runners que está revolucionando la gastronomía urbana

En un momento en que el deporte se ha convertido en pasatiempo, terapia y vía de conexión social, y donde la gastronomía se comparte tanto en mesa como en stories, no sorprende que alguien haya decidido unir ambos mundos. Lo que sí sorprende es la naturalidad con la que el experimento ha cuajado, hasta convertirse en uno de los movimientos urbanos más originales y deliciosos del momento. Bienvenidos al universo de los Food Runners.

La escena se repite en varias ciudades europeas, aunque París es su epicentro más sabroso. Jóvenes, y no tan jóvenes, se reúnen un sábado por la mañana, hacen un suave recorrido de unos cinco o seis kilómetros, charlan, trotan, se ríen. Al final del camino, la recompensa: una porción de flan, una pizza recién horneada o un bol de pasta al pesto. No se trata de recuperar calorías ni de compensar culpas: aquí el verdadero premio es compartir la experiencia.


Una idea muy dulce

Todo empezó casi por casualidad, cuando un estudiante parisino pensó que correr hasta una panadería distinta cada vez era una buena forma de motivarse. Aquel impulso, sencillo y encantador, creció sin control cuando compartió la idea en redes sociales. Pronto se unieron su hermano, sus amigos, luego conocidos… y hoy, el Running Flan Club congrega a más de cien personas por cita, mientras el Food Runners Club, su primo más ambicioso, multiplica seguidores y convocatorias semanales.

Detrás del éxito no hay una estrategia de marketing ni grandes promesas de rendimiento deportivo. Lo que hay es comunidad, curiosidad y placer. Y flan, claro. Cremoso, con masa quebrada o base hojaldrada, según gustos, porque hasta en eso hay debate. Pastelerías que hasta hace poco apenas llenaban en fin de semana, ahora agotan existencias tras el paso de estos grupos que combinan zapatillas y cuchara con una naturalidad que sorprende.

Correr, sí pero...

La mecánica no podría ser más sencilla. Se publica un encuentro en redes o en alguna app local, se marca un punto de salida frente a una panadería, restaurante o café, y se avisa del recorrido, la hora y la especialidad a degustar. A menudo, los locales colaboran encantados: el evento les da visibilidad, nuevos clientes y una difusión orgánica que vale más que cualquier campaña. En muchos casos, diseñan incluso una receta especial para la ocasión.

Algunos lo comparan con una alternativa al clásico ‘afterwork’. Otros, más atrevidos, lo llaman el nuevo Tinder: amistades y parejas han nacido en medio del trote compartido y la espera del postre. Pero lo cierto es que el éxito no radica en la posibilidad de ligar, sino en la de redescubrir la ciudad y su gastronomía a un ritmo amable, acompañado de desconocidos que, en cuestión de kilómetros, dejan de serlo.

Y entonces llega ese momento que lo justifica todo: el after run. Una mesa larga, una terraza o una esquina del parque. Las zapatillas aflojadas, las mejillas aún coloradas y una porción tentadora en las manos. Después del esfuerzo, el consuelo… y qué consuelo. Porque correr sin presión y comer sin culpa es, quizá, el equilibrio perfecto entre el cuerpo y el placer.

Aquí, también

La fiebre del food running no se limita a París. Lyon, Toulouse, Burdeos o Marsella también tienen sus propios grupos. Incluso Londres y Nueva York se han sumado con iniciativas similares. En España, la tendencia aún es incipiente, pero ya hay cafeterías, en Madrid o Barcelona que ya han creado sus propios clubes de brunch y running para una comunidad deseosa de planes saludables con recompensa final.

Una fórmula que triunfa: correr, comer, repetir

Al margen de modas, lo que revela este movimiento es una necesidad de conexión, de pasarlo bien, de promover el ejercicio y celebrar el placer de comer en buena compañía. Hacer ejercicio sin presiones. Comer por puro gozo. Conocer gente sin pantallas de por medio. Y hacerlo todo con la excusa de una buena receta, un nuevo sabor, un nuevo local que acabe siendo tu favorito. Correr por una pizza, por un pastel de pistacho o por un bocadillo artesano puede sonar frívolo a primera vista. Pero, si lo piensas bien, tiene más sentido que muchas de las rutinas que asumimos como “saludables”. Porque el verdadero lujo no siempre está en contar calorías, sino en compartirlas.

¿Y tú?

¿Te apuntarías a una carrera con final feliz en forma de brunch? ¿Te parece una extravagancia o una idea con todo el sentido del mundo? ¿Conoces a alguien que ya combine zapatillas y tenedor?

Cuéntanos si te tienta la idea, si te imaginas celebrando el final de una ruta con un bocadillo de jamón serrano bien merecido o un café con tarta de zanahoria en buena compañía. ¿Con qué bocado te deleitarías tú tras correr? Te leemos.

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Patricia GonzálezPatricia González
Apasionada por la cocina y el buen comer, mi vida se mueve entre palabras bien escogidas y cucharas de madera. Responsable pero despistada. Periodista y redactora con años de experiencia, encontré mi rincón ideal en Francia, donde trabajo como redactora para Petitchef. Me encantan el Bœuf bourguignon pero echo de menos el salmorejo de mi madre. Aquí combino mi amor por la escritura y los sabores suculentos para servir recetas e historias sobre cocina que espero te inspiren. La tortilla, me gusta con cebolla y poco hecha : )