¿Pan duro? Así se recupera en minutos y sin esfuerzo
¿Quién no ha vivido esa pequeña tragedia doméstica? Compras la baguette recién hecha, dorada y fragante, y por la noche está tan dura que serviría de bastón. La miras con pena, pensando que debiste comerla antes… pero tirarla da rabia. Lo cierto es que el pan, sobre todo el tipo baguette o flauta, puede recuperar su mejor versión con muy poco.
Te contamos cómo hacerlo y cómo aprovecharlo si ya no tiene remedio.
El método más eficaz
El truco más eficaz, y también el más antiguo, es el de las abuelas y los panaderos que saben lo que hacen. Se trata de devolver al pan un poco de humedad para despertar su miga y reactivar la corteza. Por lo tanto, solo necesitas agua y horno.
Pasa la baguette unos segundos bajo el grifo de agua fría. No hace falta empaparla, solo humedecerla ligeramente. Luego colócala directamente sobre la rejilla del horno (no sobre una bandeja; lo que queremos es que el aire circule) y hornéala a 180 ºC durante 5 a 10 minutos.
El vapor rehidratará la miga, mientras el calor devolverá esa corteza fina y crujiente. Déjala reposar dos o tres minutos antes de cortarla: quedará (casi, casi) como recién comprada.
Truco extra: si está demasiado dura, envuélvela en un paño ligeramente húmedo y hornéala a 150 ºC durante 10 minutos. El vapor irá hidratando el pan hasta devolverle su textura original.
Cuidado con el microondas
Cuando vamos con prisa, es tentador meter el pan en el microondas para ablandarlo un poco. Error clásico. Sí, se ablanda rápido, pero en cuanto se enfría, queda duro como una piedra.
Solo hay una excepción: si vas a comerlo enseguida, caliéntalo unos segundos en el microondas con un vaso de agua al lado. El vapor lo mantendrá tierno un momento… pero nada más. En cuanto se enfría, vuelve a quedar duro.
La tostadora, una segunda oportunidad para el pan
Si el pan está un poco duro pero aún puede cortarse sin esfuerzo, saca la tostadora: corta rebanadas finas y caliéntalas hasta que queden doradas. Son perfectas para el desayuno con mantequilla y mermelada, o en versión salada con queso fundido, aguacate, hummus o tapenade.
Si, en cambio, el pan está demasiado seco o cuesta cortarlo, no te arriesgues. En ese caso, conviértelo en picatostes o pan rallado: es más seguro y sigue siendo una forma deliciosa de aprovecharlo.
Y para un aperitivo rápido, tuesta las rebanadas, frótalas con ajo y añade un chorrito de aceite de oliva: unas bruschettas caseras listas en minutos y abiertas a cualquier combinación.
Si está muy duro, ¡no lo tires!
Si el pan ya está completamente seco, no lo tires: todavía se puede aprovechar. En la cocina no se desperdicia nada, y el pan duro da mucho de sí. Aquí van algunas ideas:
Pan rallado casero: tritura los trozos duros y guarda la mezcla en un frasco. Perfecta para empanar, gratinar o dar textura a verduras al horno.
Picatostes: corta el pan en cubos, añade un poco de aceite, ajo o hierbas y hornéalos a 180 ºC unos minutos. Quedan crujientes y son el toque final ideal para sopas y ensaladas.
Torrijas o pan perdido: remoja las rebanadas en leche, huevo y azúcar, fríelas o dóralas en la sartén y acompáñalas con fruta o caramelo.
Pudin de pan: un clásico de aprovechamiento que nunca falla. El pan empapado en leche y huevo se convierte en una base suave y golosa para un postre casero y económico.
Cuando el pan duro no es un problema
Al final, el pan duro es uno de esos pequeños contratiempos de cada día. Pero con un poco de agua y calor, hemos visto que puede volver a la vida en minutos. Y si ya no hay remedio, tampoco pasa nada: siempre quedará una sopa de ajo, un salmorejo, un gazpacho o un ajoblanco donde aprovecharlo como se merece.
¿Y tú? ¿Tienes algún truco infalible para que el pan no se endurezca tan rápido, o algún método para recuperarlo? Cuando se te queda duro, ¿eres de los que lo tiran o de los que saben sacarle partido?
Adèle Peyches


Comentarios