Los gestos que incomodan en un restaurante japonés y casi todos hacemos sin saberlo
En Japón, la comida es mucho más que un acto cotidiano: es un ejercicio de atención. Comer significa respetar la materia prima, la mano que la prepara y el espacio que se comparte. Por eso, cada movimiento, desde cómo se sostiene un cuenco hasta cómo se agradece una comida, tiene un sentido. La etiqueta no es una lista de prohibiciones, sino una forma de cuidar la armonía del momento.
Y aunque el visitante extranjero rara vez será reprendido por un error, conocer las normas básicas ayuda a comprender algo esencial: que la mesa, en Japón, también es una ceremonia. Y si algún día visitas el país, o simplemente te sientas en un restaurante japonés aquí, entender estas costumbres hará que la experiencia tenga mucho más sentido. Esto es lo que no deberías hacer:
Usar el oshibori como si fuera un paño cualquiera
Antes de que llegue el primer plato, el camarero te ofrece, sobre una bandeja o con unas pinzas, una pequeña toalla húmeda enrollada. En invierno está tibia; en verano, fresca. Se llama oshibori y solo sirve para limpiarse las manos antes de comer. Ni la cara ni la mesa.
¿Y por qué no hacerlo? Porque lo que parece un gesto mínimo encierra toda una filosofía: purificarse antes de tocar la comida. En Japón, limpiar las manos no es solo una cuestión de higiene, sino de respeto: una forma de dejar atrás el polvo y la suciedad del día para sentarse, limpio y en calma, ante la mesa.
Clavar los palillos en el arroz
Entre los gestos que más desconciertan a los japoneses está el de dejar los palillos (hashi) clavados en el arroz. Para un occidental puede ser una simple forma de apoyarlos, pero en Japón tiene un significado fúnebre: recuerda al incienso que se ofrece a los difuntos durante los rituales funerarios.
Por eso, cuando termines de comer o hagas una pausa, no los dejes nunca en vertical. Colócalos sobre su pequeño soporte (el hashioki) o, si no lo hay, en paralelo al cuenco, con calma y sin ruido.
Comer antes que la persona de mayor rango o edad
En Japón, la mesa tiene su propio ritmo, y nadie lo marca por impulso. En una comida formal, nadie toca los palillos antes que la persona de mayor edad o rango.
¿Y por qué no hacerlo? Porque ese pequeño gesto, esperar, resume buena parte de la educación japonesa: comer no es solo alimentarse, sino acompañar. La comida empieza cuando lo hace quien merece respeto, y seguir su ritmo es una forma silenciosa de reconocerlo: un respeto mutuo que se demuestra sin palabras.
Dejar propina
En Japón, la gratitud no se mide en dinero. Por muy impecable que haya sido el servicio, dejar propina se considera innecesario e incluso puede resultar incómodo. Lo habitual es inclinar ligeramente la cabeza y decir gochisousama deshita, una expresión que encierra algo más profundo que un simple “gracias”. Es una forma de reconocer el trabajo invisible que hay detrás de cada plato: quien cocinó, quien sirvió, quien eligió el pescado o el arroz.
¿Y por qué no hacerlo? Porque aquí el agradecimiento no se paga: se expresa.
*Aunque, poco a poco, algunos locales en zonas turísticas empiezan a aceptar propinas de los visitantes, la mayoría de los japoneses sigue prefiriendo una gratitud sincera.
Pasar comida de palillo a palillo
Hay un gesto que, sin saberlo, puede incomodar profundamente en Japón: pasar comida directamente de un par de palillos a otro. Para los japoneses, ese movimiento tiene una carga simbólica muy fuerte. Durante los funerales, los familiares trasladan los huesos del difunto de esa misma manera, de palillo en palillo, como parte de un rito ancestral.
Repetir ese gesto en la mesa, aunque sea sin intención, evoca la muerte en un espacio que celebra la vida. Si se quiere compartir algo, lo correcto es usar la parte trasera de los palillos o colocar la comida en un plato intermedio.
Usar perfumes intensos
En Occidente, ir a un buen restaurante suele ir acompañado de la idea de ponerse un buen perfume. En Japón, ese gesto se considera un error. Allí, el aroma de la comida tiene tanto peso como su sabor: el vapor del arroz recién hecho, la fragancia del té o el perfume del caldo forman parte del placer de comer. Un olor ajeno rompe ese equilibrio y distrae al olfato. Por eso, quienes acuden a un restaurante japonés suelen hacerlo sin fragancias intensas. El protagonismo debe ser del plato, no de quien lo come.
Bañar el sushi en soja
Es un gesto habitual: cogemos un trozo de sushi y lo sumergimos entero en salsa de soja. Pero en Japón, eso se considera un error. La soja no está pensada para empapar el arroz, sino para potenciar el sabor del pescado. Mojar el sushi hasta que gotee se percibe como un exceso, una forma de borrar el trabajo del chef. Y es que, cada pieza está pensada al milímetro: la proporción exacta de arroz, pescado y wasabi, y la fina capa de soja que, a menudo, el propio itamae aplica con un pincel antes de servir. Por eso, al comer, se moja solo una esquina del pescado (nunca el arroz) y se lleva a la boca de un solo bocado, tal como fue concebido.
El ritual que también habita lo cotidiano
Lo que en Occidente se percibe como “ceremonioso” —los movimientos precisos, el silencio, la compostura— en Japón no se limita a las ocasiones especiales, sino que forma parte de una mentalidad que se expresa incluso en el acto de comer. Es un respeto discreto, una atención casi inconsciente que impregna los gestos cotidianos: cómo se sirven los platos, cómo se sostiene el cuenco, cómo se evita hablar con la boca llena o mover los utensilios sin cuidado. No está reservado únicamente a las comidas formales, banquetes o celebraciones; en el día a día, esa misma lógica se vuelve más sencilla, pero no desaparece.
Patricia González
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