El sonido del placer: en qué países hacer ruido al comer no es mala educación

Thursday 9 October 2025 09:00 - Patricia González
El sonido del placer: en qué países hacer ruido al comer no es mala educación

Sorbes un fideo y alguien te mira de reojo. O bebes un caldo caliente y oyes la voz de tu madre diciendo: “no hagas ruido, que eso no es de buena educación”. En España, casi todos hemos crecido con esa advertencia: el buen comensal es el que no se oye.

El silencio al comer, que nada tiene que ver con el bullicio alegre de las comidas andaluzas o familiares, sigue siendo, en gran parte del país, sinónimo de corrección. Pero lo que aquí se asocia con la educación, en otros lugares se confunde con frialdad.

Hay países donde comer sin ruido sería casi una descortesía, una falta de entusiasmo o incluso de respeto. Estos son algunos de ellos.


Japón

En Japón, sorber los fideos de ramen no solo está permitido, sino que se espera. Es una forma de mostrar aprecio por el plato y también una técnica práctica: al aspirar aire junto con los fideos, el caldo se enfría ligeramente y los aromas se intensifican.

El sonido, lejos de ser molesto, se interpreta como una señal de entusiasmo contenido. En un ramen-ya lleno de clientes, esa sinfonía de sorbos rítmicos suena a satisfacción colectiva. Comer en silencio, allí, sería más raro que hacerlo con ruido.

China

En muchas regiones de China, los sonidos del comer, el sorbo final del té, el murmullo del caldo, el chasquido de los palillos al servir, forman parte natural de la comida. No hay voluntad de molestar, sino de compartir.

Hacer ruido es participar del acto social: celebrar que hay comida, compañía y abundancia. El silencio absoluto, en cambio, puede parecer forzado, un gesto de distancia o solemnidad impropia de la mesa.

India

En la India, comer también suena. El gesto y el ruido se confunden: los dedos se hunden en el arroz, se mezclan con el curry y, en ese chapoteo suave, se oye algo más que comida. Es una forma de sentirla, de hacerla parte del cuerpo. El sonido metálico del thali y de los vasos de acero inoxidable, las voces cruzadas en la mesa, el rumor que acompaña a cada bocado: allí, disfrutar se oye.

Hasta el té tiene su propio ruido. En algunos puestos callejeros, el chai se sirve en pequeñas vasijas de barro que, al terminar, se lanzan al suelo y se rompen sin reparo. Ese golpe seco marca el final del descanso, un pequeño ritual que pertenece a la vida diaria. Muy lejos del silencio con que, en Londres, se apura una taza de té.

Países árabes

En muchos países árabes, el silencio en la mesa puede resultar incómodo. Comer es un acto comunitario, ruidoso y generoso: se habla, se ríe, se comenta el plato en voz alta y se insiste al invitado para que repita. La hospitalidad suena (literalmente). El bullicio de una mesa árabe no es desorden, sino celebración; la muestra audible de que la comida cumple su función más antigua: reunir.

Cuando el cuerpo también habla

Y no solo el ruido del sorbo o del bocado: en algunas culturas, incluso los sonidos del cuerpo forman parte del acto de comer. No hay ningún país donde eructar sea oficialmente “de buena educación”, pero sí lugares donde no resulta ofensivo si ocurre de forma natural. En culturas donde la comida tiene un valor comunitario y abundante (China rural, India, Oriente Medio), el cuerpo no se disocia del acto de comer: lo que aquí se reprime, allí puede entenderse como una respuesta sincera del apetito.

Occidente: el refinamiento del silencio

El sonido de la comida es un lenguaje, y cada cultura lo interpreta a su manera. Donde unos oyen falta de modales, otros perciben gratitud. En Japón o China, un sorbo puede ser una forma de decir “me gusta”. En España, el mismo gesto bastaría para provocar más de una mirada de reojo. Al final, no se trata de hacerlo bien o mal, sino de entender que cada mesa, cada cultura, tiene su propio idioma. ¿Y en la tuya? ¿Hasta qué punto el silencio al comer o beber es sinónimo de buena educación?

Patricia GonzálezPatricia González
Apasionada por la cocina y el buen comer, mi vida se mueve entre palabras bien escogidas y cucharas de madera. Responsable pero despistada. Periodista y redactora con años de experiencia, encontré mi rincón ideal en Francia, donde trabajo como redactora para Petitchef. Me encantan el Bœuf bourguignon pero echo de menos el salmorejo de mi madre. Aquí combino mi amor por la escritura y los sabores suculentos para servir recetas e historias sobre cocina que espero te inspiren. La tortilla, me gusta con cebolla y poco hecha : )

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patricia_f2019_1_2_3_4_5_6

A mí (y a mucha más gente) los ruidos con la boca al comer me parecen repugnantes y me amargan la comida.

abuso

perrosenmexico

Aunque yo soy de origen Catalán y si bien al comer se deben observar modales sin abrir la boca ni hacer ruidos raros, la conversación y el bullicio son inevitables, no se en la mesa del rey pero en la mía, lo mejor es la sobremesa y la conversación con mis familiares y amigos.

abuso