10 productos que parecen baratos, pero encarecen tu compra en el supermercado sin que lo notes

Friday 14 November 2025 13:00 - Mirella Mendonça
10 productos que parecen baratos, pero encarecen tu compra en el supermercado sin que lo notes

Cada semana se repite la misma historia: vas al supermercado con la idea de comprar solo lo necesario, coges unas cuantas cosas que “no cuestan nada” y, cuando llegas a la caja, el total te deja con la boca abierta.

La sensación es que el dinero se ha esfumado, y no es solo una impresión. Hay productos que, aunque parecen económicos, terminan pasando factura al presupuesto familiar porque se compran casi sin pensar. No duelen al bolsillo de uno en uno, pero al final del mes suman mucho más de lo que parece.

Suelen ser compras hechas por inercia: las galletas para el café, la botella de agua con sabor que coges al pasar o esos envases pequeños que parecen prácticos, pero salen mucho más caros por kilo o litro. Es la típica trampa del consumo disfrazada de comodidad. Cuando haces cuentas, descubres que esos pequeños gestos pueden sumar cientos de euros al mes.

Y no es casualidad. La industria sabe muy bien cómo llevarnos a esos comportamientos irreflexivos. Envases pequeños, precios terminados en 0,99, ofertas del tipo “3x2” o la colocación estratégica en las estanterías: todo está pensado para que compres más creyendo que estás ahorrando.

En este artículo analizamos diez productos de compra habitual que, aunque tienen un precio bajo, acaban elevando el gasto mensual. Verás cuánto cuestan realmente cuando los compras con frecuencia, por qué resultan tan tentadores y cómo reducir su consumo sin renunciar a la comodidad.

Porque entender estos hábitos de compra es el primer paso para ahorrar sin hacer sacrificios. Con pequeños ajustes, puedes reducir gastos y notar la diferencia en el bolsillo.


1. Bebidas listas y aguas con sabor

Estas botellas que prometen frescor y comodidad son el ejemplo perfecto de gasto silencioso. Se compran casi sin pensarlo, y lo que empieza como un capricho puntual acaba convirtiéndose en un hábito diario.

Con un filtro de agua en casa y unas rodajas de fruta o hierbas frescas puedes conseguir el mismo efecto, gastando mucho menos y evitando residuos innecesarios.

2. Picoteos y yogures “saludables”

Envases pequeños, colores atractivos y un envoltorio que grita “vida sana”. Pero detrás de esa imagen muchas veces se esconden azúcares añadidos, ingredientes poco saludables y precios desorbitados para lo que ofrecen.

Preparar en casa un yogur natural con fruta o frutos secos es más equilibrado y, sobre todo, evita esas compras impulsivas que llenan el carro sin darte cuenta.

3. Cápsulas de café y bebidas instantáneas

Las cápsulas representan la comodidad moderna: un clic, y el café está listo. Pero esa facilidad tiene un precio. Lo que antes era un placer ocasional se convierte en un consumo rutinario que, a final de mes, pesa en el presupuesto.

Recuperar el gesto de moler o preparar el café de forma tradicional no solo reduce el gasto: también devuelve el aroma, la calma y el placer de hacerlo bien.

4. Fiambres y embutidos cortados al momento

Parecen más frescos, pero duran poco y muchas veces terminan en la basura. Es fácil comprar “para toda la semana” y acabar tirando buena parte.

Planificar cantidades más pequeñas y revisar la nevera antes de volver a comprar evita el desperdicio y mantiene a raya el gasto.

5. Productos de limpieza “multiusos”

Prometen simplificarte la vida, pero el resultado suele ser un armario repleto de frascos casi idénticos.

La mayoría tiene fórmulas similares, de modo que acumularlos solo genera confusión y gasto. Apostar por soluciones sencillas, como vinagre, bicarbonato o jabón neutro, es más eficaz, económico y sostenible.

6. Jabones líquidos y cosméticos con recambio

Los envases con recarga parecen una buena idea: cuestan menos, ocupan poco y se venden como una opción ecológica. Pero esa comodidad puede jugar en contra. Al tener siempre recambios a mano, tendemos a usar más cantidad de producto o a reponerlo antes de que se acabe del todo.

En lugar de acumular repuestos, compensa más usar envases duraderos y esperar a comprar solo cuando realmente hace falta. Así el gasto se reduce y el baño no se llena de botes innecesarios.

7. Panes, bollos y productos de panadería

El pan del día parece un gasto pequeño, pero repetir la compra cada mañana acaba convirtiéndose en una rutina que pesa en el presupuesto. A veces se compra más de la cuenta, y parte termina duro o en la basura.

Una solución práctica es congelar el pan: se conserva perfectamente y puedes descongelar solo lo que vayas a consumir. Así evitas pasar cada día por la panadería, y caer en la tentación de añadir algo más al cesto. Hornear en casa de vez en cuando también ayuda a recuperar el gusto por cocinar sin gastar de más.

8. Productos junto a la caja

Chicles, chocolatinas, pilas, mecheros… nada de eso está colocado al azar. Son los llamados productos de última tentación, pensados para que los cojas justo cuando crees que ya has terminado la compra.

Funcionan porque apelan al impulso: “total, solo cuesta un euro”. Pero esos pequeños caprichos suman más de lo que parece. La mejor estrategia es sencilla: evita mirar esas estanterías, paga y guarda la tarjeta. En pocos meses notarás la diferencia en el gasto sin haber renunciado a nada.

9. Platos preparados y porciones individuales

Los platos listos para llevar o las raciones individuales parecen una ayuda cuando no hay tiempo, pero poco a poco crean dependencia de la comodidad. Están diseñados para que repitas la compra sin pensar: son prácticos, rápidos… y caros.

Dedicar un rato a planificar las comidas de la semana o preparar raciones caseras para guardar y congelar cambia por completo la ecuación. No solo ahorras dinero, también recuperas el control sobre lo que comes y evitas caer en la rutina de los envases y los microondas.

10. Las “ofertas irresistibles”

La palabra “oferta” activa un reflejo casi automático: el miedo a perder una oportunidad. Pero comprar algo solo porque “está rebajado” es uno de los mayores autoengaños para el bolsillo.

Si no estaba en tu lista, no es un ahorro, es un gasto. Comprar por necesidad, y no por impulso, sigue siendo la mejor manera de cuidar tus finanzas.

El goteo invisible del gasto

El problema no suele estar en una gran compra, sino en la suma de pequeños gastos que pasan desapercibidos. Esos “solo por esta vez” que se repiten día tras día acaban vaciando el monedero sin que te des cuenta.

Este goteo invisible del gasto se disfraza de comodidad, pero te aleja de lo esencial: dedicar el dinero a lo que realmente te aporta valor, ya sea tranquilidad, experiencias o tus propios planes.

Tomar conciencia de cómo consumes es el primer paso para escapar de esa trampa. La próxima vez que vayas al supermercado, haz una pausa y pregúntate: “¿Lo necesito o simplemente lo compro por costumbre?”

A veces, esa pequeña pregunta basta para empezar a ahorrar… sin renunciar a lo que de verdad importa.

Mirella MendonçaMirella Mendonça
Soy responsable editorial de Petitchef (Portugal y Brasil) y una gran apasionada de los viajes y la gastronomía mundial, siempre en busca de nuevos sabores y experiencias. Sin embargo, por más que me encante explorar las delicias de diferentes culturas, la cocina de mi madre siempre será mi favorita, con ese sabor único que solo ella sabe crear.

Comentarios

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Mariona

Hay que ahorar como sea, no nos engañen

abuso

Tamar

Excelente

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