Los 7 errores que arruinan tu ensalada (y que quizá cometes sin darte cuenta)
La ensalada es sinónimo de salud, ligereza y practicidad. Pero no siempre lo que parece una elección saludable lo es de verdad. Si alguna vez te has preguntado por qué tu ensalada resulta insípida, no sacia o incluso puede sabotear tu dieta, atención: puede que estés cayendo en errores tan simples como frecuentes. Estos son los siete más comunes, y el tercero quizá te sorprenda.
1. Usar siempre lechuga y tomate
Si tu ensalada es la misma de siempre, con lechuga iceberg y dos rodajas de tomate, es hora de cambiar. Esa combinación clásica apenas aporta fibra ni nutrientes, y el sabor es limitado. Atrévete con hojas más oscuras (rúcula, canónigos, espinacas), vegetales crudos variados, frutas frescas o legumbres.
2. Pensar que las salsas industriales "light" son saludables
Los aliños y salsas industriales, incluso las que prometen ser “cero grasa” o “light”, suelen esconder exceso de sal, azúcar y conservantes. Resultado: una ensalada disfrazada de ultraprocesado. Mejor optar por un aliño casero con aceite de oliva virgen extra, limón, hierbas frescas, mostaza y un toque de vinagre balsámico.
3. Pasarse con el queso y los frutos secos
Sí, el queso aporta carácter y las nueces o almendras crujientes dan personalidad a nuestra ensalada. Pero un exceso de quesos grasos, frutos secos caramelizados, picatostes fritos o mezclas de semillas puede convertir tu ensalada en una bomba calórica silenciosa. Una cucharada de semillas o unas láminas finas de parmesano son más que suficientes.
4. Olvidar la proteína
Una ensalada sin proteínas difícilmente sacia. El resultado: hambre al poco rato y picoteo constante. Añade huevo duro, pollo a la plancha, garbanzos, tofu, atún o incluso una cucharada de hummus. El plato será mucho más equilibrado y evitarás asaltos innecesarios a la nevera.
5. Lavar mal las hojas
Pocas cosas arruinan más una ensalada que restos de tierra o, peor aún, un riesgo de contaminación. Lava siempre las hojas bajo el grifo para eliminar impurezas visibles y, después, sumérgelas en agua con desinfectante alimentario siguiendo la dosis indicada por el fabricante durante unos minutos. Aclara bien y sécalas antes de montar el plato.
6. Cortar todo del mismo tamaño
El aspecto también cuenta. Una ensalada en la que todo está picado igual puede parecer un guiso. Juega con las texturas y los cortes: hojas enteras, rodajas finas, cubos, palitos… Esa variedad visual abre el apetito y hace la experiencia mucho más interesante.
7. Aliñar la ensalada demasiado pronto
Si aliñas tu ensalada con demasiada antelación, las hojas se marchitan y pierden frescura. Lo ideal es añadir el aderezo justo antes de servir, o bien presentarlo aparte para que cada comensal lo mezcle en su plato. Así la ensalada se mantiene crujiente, fresca y apetecible hasta el último bocado.
En definitiva
Una buena ensalada es mucho más que un cuenco de hojas verdes. Puede ser rica, completa, bonita y llena de sabor… siempre que evites estos errores habituales. Y si quieres empezar por alguno, corrige el número 3: tu paladar (y tu báscula) te lo agradecerán.
Mirella Mendonça
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