El método oriental para cocinar arroz sin errores: simple, preciso y mucho más sensato de lo que parece

En muchas cocinas asiáticas, especialmente en el ámbito doméstico, no se usan tazas medidoras para calcular la proporción entre arroz y agua. En su lugar, se aplica lo que se conoce como el método del nivel del agua.

Cómo se hace:

1. Lava el arroz hasta que el agua salga clara (esto ayuda a eliminar el exceso de almidón superficial en variedades como el arroz blanco de grano corto o medio, evitando que quede pegajoso).
2. Colócalo en una olla de fondo grueso o con tapa bien ajustada.
3. Pon el dedo índice sobre el arroz (sin tocar el fondo) y añade agua hasta que el nivel llegue a la primera falange.

Este método es eficaz porque adapta la proporción automáticamente a la cantidad de arroz, siempre que uses una olla de base plana y no cambies el tipo de arroz. Es especialmente útil con arroz blanco tipo japonés (uruchimai), jazmín o variedades similares.

El éxito del método también depende de cómo se cocina el arroz. Sigue esta secuencia:

1. Lleva el arroz y el agua a ebullición a fuego alto con la tapa entreabierta.
2. Cuando empiece a hervir, baja el fuego al mínimo y tapa por completo.
3. Cocina durante 10 a 12 minutos, sin remover.
4. Apaga el fuego y deja reposar 10 minutos con la tapa cerrada.

• No remuevas durante la cocción. Mover el arroz mientras hierve puede romper los granos y volverlo pastoso.
• Elige la olla adecuada: las de fondo grueso o hierro fundido distribuyen mejor el calor.
• Para un toque umami japonés, puedes añadir una tira de alga kombu antes de la cocción (pero retírala cuando empiece a hervir, como hacen los japoneses con el dashi).
• ¿Te gusta con costra? En Corea, ese arroz dorado del fondo se llama nurungji y se consigue dejando que el arroz se tueste suavemente al final, a fuego muy bajo.

Aunque pueda sonar a truco doméstico, detrás hay pura física. La altura del agua sobre el arroz genera una proporción estable entre líquido y grano, siempre que las condiciones se mantengan constantes: tipo de arroz, forma de la olla y cocción controlada. No es magia, sino una técnica empírica que se ha afinado con la experiencia.

Eso sí, no vale para todos los arroces. Las variedades integrales, glutinosas, basmati o especiales para risotto requieren otras proporciones y métodos específicos. Pero si lo que quieres es un arroz blanco suelto y en su punto, esta técnica funciona.

Si alguna vez te ha salido el arroz pasado, crudo o pegado, prueba este método. No hace falta ser chef, pero sí conviene prestar atención. Al final, cocinar buen arroz no es cuestión de fórmulas rígidas, sino de equilibrio, respeto por el ingrediente y confianza en el proceso.

La próxima vez, guarda la taza medidora. Solo necesitas tu dedo, una buena olla... y un poco de paciencia.