12 consejos para rentabilizar al máximo un buffet libre
Vas a un buffet libre y has pagado tu precio cerrado. Si lo que te apetece es una ensalada de pasta y arroz tres delicias, hazlo. Pero si has ido a sacarle partido de verdad, aquí van unos trucos para rentabilizar la experiencia como un profesional. Probablemente ningún nutricionista suscribiría lo que sigue. Pero si el resto del año comemos con sensatez, también hay lugar (muy de vez en cuando), para una pequeña licencia. Porque a veces, solo a veces, uno no va a un buffet libre a alimentarse… sino a sacarle partido. Aquí van las mejores estrategias, gastronómicas y logísticas, para no salir de un buffet pensando que podrías haberlo hecho mejor :)
1. Prepárate como si fuera una cita importante
No llegues con el estómago vacío ni empachado. Haz un desayuno ligero pero no inexistente: llegar muerto de hambre te hará comer rápido y mal. El truco es llegar con hambre controlada, no como si acabaras de salir del desierto.
2. Consulta el menú antes (sí, muchos buffets lo publican online)
Si puedes echar un vistazo previo, hazlo. Así sabrás si hay marisco, cocina en vivo, especialidades del día… y evitarás perder tiempo (y apetito) en la improvisación. Rentabilizar empieza antes de sentarse.
3. Asegúrate de no pagar de más
No todo está siempre incluido. Hay buffets donde la bebida, los postres o ciertos platos “premium” se cobran aparte. Y en algunos, incluso te penalizan si dejas comida en el plato. Así que, pregunta antes, no después. La rentabilidad empieza por saber exactamente qué estás pagando… y qué no.
4. Busca. Estudia el mapa antes de servirte
El mayor error es lanzarse al primer plato caliente que ves. Da una vuelta sin coger nada. Observa qué merece la pena y qué está solo para rellenar. Recuerda: lo abundante suele ser lo más barato. Lo bueno está más escondido.
5. Calculadora invisible: precio vs valor
En un buffet, no todo cuesta lo mismo… aunque lo parezca. Marisco, tartar de atún rojo de almadraba, buenos quesos, jamón decente, platos al momento o asados lentos suelen ser lo que más compensa. ¿Patatas, pasta y arroz? No tanto. Ocupan espacio y no rentan.
6. Porciones pequeñas, repeticiones inteligentes
No llenes el plato con todo de golpe. Sirve poco, prueba, y si algo lo merece, repite. Si la respuesta es no, ni una cucharada más. Tu estómago tiene una capacidad limitada: adminístrala. Así evitas el clásico “me lo como por no tirarlo” y reservas espacio para lo que de verdad vale la pena.
7. No te sientes junto a la comida
Colócate lejos del buffet. Eso te obligará a caminar y pensar antes de levantarte. Y te dará perspectiva para observar qué platos reponen rápido (suelen ser los buenos) y cuáles no elige nadie (pista: deséchalos).
8. Huye de lo que puedes comer en casa cualquier día
¿Vas a un buffet para comer macarrones con tomate? ¿O ensalada de bolsa con maíz? No. Busca lo que no sueles prepararte entre semana: cosas que requieren tiempo, técnica o materia prima cara. Eso es rentabilizar.
9. Prioriza lo caro, lo especial y lo hecho al momento
Carpaccios, jamón bueno, quesos curados, marisco, sushi, buenas piezas de carnes al punto o woks al instante: eso es valor. Pan, patatas, pasta con nata de brick o arroz tres delicias... eso es relleno. Tú decides si has venido a rellenarte o a saborear.
10. Cuidado con lo que llena mucho y aporta poco
En un buffet, hay alimentos que parecen inofensivos pero arruinan cualquier estrategia. Los fritos, por ejemplo: crujen, sí, pero sacian en tres bocados y suelen estar más grasientos que sabrosos. Las salsas espesas, especialmente las ligadas con harina o maicena, suelen maquillar platos mediocres y te dejan una pesadez que no compensa. Y ojo con las bebidas carbonatadas: hinchan, ralentizan la digestión y te "roban" sitio. Tu estómago es limitado. Úsalo con inteligencia.
11. Mantén el ritmo: ni aceleres, ni te eternices
Come sin prisa, pero sin eternizarse. Si vas demasiado lento, te llenarás antes de tiempo. Si te lanzas como si fueran a cerrar en 5 minutos, caerás en el caos de las mezclas imposibles. Rentabilizar también es mantener el control.
12. Bebe con cabeza (el refresco no es tu amigo)
Una caña fría o un refresco con gas parecen inofensivos… hasta que a mitad del buffet ya no puedes con el carpaccio de ternera de wagyu. Las bebidas carbonatadas hinchan, ralentizan la digestión y roban espacio al estómago. Y si encima no están incluidas en el menú, la jugada sale doblemente cara. Mejor agua (sí, también por estrategia), y deja lo demás para el final, si aún te queda hueco.
¿Y tú?
Como vemos, rentabilizar un buffet libre no es (solo) cuestión de comer más, sino de comer mejor por lo que has pagado. Sacarle partido a un buffet no va de gula, sino de estrategia. ¿Y tú? ¿tienes tus propios trucos infalibles para aprovechar al máximo un buffet libre? ¿Has vivido alguna experiencia memorable (o desastrosa) en uno? Cuéntanoslo en los comentarios: estamos deseando leer tus estrategias y anécdotas.
Patricia González
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