Un detalle sencillo puede transformar el sabor de tu café (y no cuesta nada)

El secreto está en humedecer el café molido antes de verter toda el agua.

Se llama preinfusión, y consiste en verter un pequeño chorrito de agua caliente, unos 90 °C o un poco más, sobre el café, solo lo suficiente para mojarlo, y esperar unos 30 segundos antes de continuar con el resto del agua.

Esa pausa permite que el café libere los gases que quedan atrapados tras la molienda y despierte sus aceites naturales. El resultado es una taza más aromática, con cuerpo y equilibrio, sin el amargor que a menudo aparece cuando se extrae de golpe.

Para que funcione bien, el molido debe estar bien distribuido y sin grumos, de modo que el agua penetre de forma uniforme. Si el café está demasiado compactado o con zonas secas, parte del sabor se pierde en el camino. También importa la proporción: un exceso de agua en esta primera fase puede iniciar la extracción antes de tiempo, mientras que muy poca no activará bien el café.

Cuando el agua entra de golpe en contacto con el café seco, los compuestos más volátiles se evaporan enseguida y el sabor puede volverse plano o amargo. La preinfusión evita eso, hidrata de manera uniforme y prepara el café para una extracción más completa y equilibrada.

El resultado con la preinfusión:

• un sabor más redondo,
• aromas más definidos,
• y una textura más envolvente.

No hace falta equipo profesional: cualquier cafetera de filtro o de émbolo puede beneficiarse de este paso. Lo importante es cuidar la temperatura (entre 90 °C y 96 °C), mantener el filtro caliente para que no se pierda calor y usar agua de calidad, filtrada o con bajo contenido en cal, ya que el agua representa más del 90 % de la bebida y determina buena parte del sabor.

• Muele el café justo antes de prepararlo. El aroma se desvanece enseguida una vez molido; si puedes, usa un molinillo de fresas y ajusta el grosor según la cafetera.
• No dejes hervir el agua. Si hierve, espera un minuto antes de usarla. Por debajo de 90 °C el café no se extrae bien; por encima de 96 °C, se queman compuestos aromáticos.
• Guarda el café correctamente. En un recipiente hermético, lejos de la luz y la humedad. El aire y el calor son sus mayores enemigos.
• Usa una balanza. Pesar el café y el agua (por ejemplo, 60 g por litro) ayuda a repetir el resultado y afinar el sabor.
• Precalienta la taza. Evita que robe temperatura y altere el equilibrio final de la bebida.

Con este sencillo paso de la preinfusión, el café de filtro gana cuerpo, aroma y profundidad. Y, como ocurre con todo lo que se hace con calma y atención, la diferencia se nota: el café deja de ser un acto automático y se convierte en un pequeño ritual.

Una pausa de treinta segundos, un poco de agua caliente y la voluntad de disfrutar. A veces, eso es todo lo que hace falta para que la rutina sepa mejor.