Por qué nos da miedo servir platos sencillos en Navidad según la psicología
Detrás de cada menú de Navidad hay una necesidad psicológica escondida que a nadie le gusta admitir del todo. En estas fechas todo tiene que ser especial: la casa, los regalos, la mesa… y, por supuesto, los platos que servimos. Y, sin embargo, detrás de esa obsesión por las recetas elaboradas y los menús espectaculares se esconde una dinámica psicológica mucho más común de lo que parece: el miedo al plato “demasiado sencillo”.
Una presión navideña que no tiene tanto que ver con la cocina en sí, sino con las expectativas, la comparación constante y la necesidad de sentirnos “a la altura”. Según varios psicólogos, entre ellos Daniel Kahneman, Abraham Maslow y la psicóloga especializada en conducta alimentaria Susan Albers, lo que nos mueve es una mezcla de necesidad de aprobación, perfeccionismo e influencia de las redes sociales.
Pero ¿de verdad un plato sencillo es sinónimo de poco esfuerzo? ¿Por qué en Navidad sentimos la obligación de deslumbrar incluso cuando no nos apetece? Vamos a ver qué cuenta la psicología.
¿Por qué nos da miedo sacar platos sencillos? El papel de las expectativas sociales
La raíz más profunda de ese miedo tiene que ver con las expectativas del grupo. La comida de Navidad no es una comida cualquiera: es un ritual colectivo cargado de significados familiares, culturales y emocionales. Como recuerda Maslow, responde a nuestra necesidad de pertenencia y reconocimiento, dos necesidades que en fiestas se disparan.
Cuando cocinamos para muchas personas, sobre todo si son familiares, entra en juego la conformidad social: un mecanismo psicológico que nos empuja a demostrar que estamos a la altura de la tradición y de lo que los demás esperan de nosotros. Y es justo en ese contexto donde incluso los platos más ricos, pero sencillos, empiezan a parecernos insuficientes o poco festivos, como si no fueran dignos de la mesa de Navidad.
El efecto de las redes: la tiranía de la estética perfecta
Según los análisis de plataformas como Pinterest, TikTok e Instagram (Pinterest Predicts y varios Food Trends Reports), diciembre es el mes en el que las búsquedas de “emplatados”, “mesas de Navidad” y “recetas espectaculares” alcanzan su pico anual.
Los psicólogos hablan de comparison trap, la trampa de la comparación: vemos menús perfectos, brillantes, simétricos, llenos de brilli-brilli, y se activa el automatismo interno: "Si hago algo demasiado simple, es que no he hecho suficiente".
Kahneman lo llamaría un sesgo cognitivo: un error de pensamiento que nos lleva a confundir complejidad con valor.
Miedo a ser juzgado: cuando cocinar se convierte en una representación
Para mucha gente, cocinar en Navidad se convierte casi en una prueba pública. La mesa funciona como un escenario, la comida como espectáculo y quien prepara el menú siente que está siendo evaluado por un jurado implacable.
Según la psicóloga Susan Albers, experta en mindful eating, esta sensación está muy ligada al perfeccionismo aplicado a la comida, un patrón mental que nos hace creer que:
- cada plato tiene que ser impecable
- la complejidad demuestra esfuerzo y dedicación
- la sencillez se confunde con falta de atención o de cariño
En la práctica, tememos que un plato demasiado sencillo envíe el mensaje equivocado, como si no estuviera a la altura de una ocasión “especial” como la Navidad.
La paradoja de la sencillez: cuando la cocina esencial tiene más valor
La cuestión es que sencillez no significa superficialidad. Muchas tradiciones culinarias navideñas españolas (un buen caldo, unas croquetas caseras, un bacalao al pil pil) nacen precisamente de la lógica de lo esencial.
Varios cocineros contemporáneos, de Massimo Bottura a Yotam Ottolenghi, hablan de “sencillez intencional”: elegir pocos ingredientes pero de buena calidad y tratarlos con respeto. No es pobreza. Es técnica, criterio y atención al producto.
El aspecto estético: cuando basta poco para que algo impresione
Una de las preocupaciones más habituales es que un plato sencillo “no luzca lo suficiente” o no sea lo bastante “instagrameable”. Pero la psicología de la percepción sugiere justo lo contrario. Según la teoría de la coherencia estética, las imágenes limpias, ordenadas y minimalistas resultan a menudo más elegantes y agradables de mirar.
Traducido a la mesa de Navidad: para quedar bien no hace falta complicarse la vida. Valen algunos principios básicos:
- los platos claros transmiten sensación de frescor
- el contraste de colores aumenta la apetencia
- una presentación ordenada rebaja la ansiedad ante el juicio ajeno
Cuando se cuidan los detalles, la sencillez deja de ser un plan B y se convierte en una elección estética muy potente.
El tema del dinero: por qué nos sentimos culpables si gastamos menos
Otra de las grandes contradicciones navideñas es la idea de que para quedar bien hay que gastar mucho. Esta creencia encaja bastante bien con lo que el economista Thorstein Veblen describió a finales del siglo XIX como consumo conspicuo y derroche ostentoso: gastar más de lo necesario, y hacerlo a la vista de los demás, para señalar estatus y compromiso. Según este mecanismo, cuanto más invertimos en un plato o en un menú, más atención, cariño o posición social parece que comunicamos.
Sin embargo, los datos del Observatorio Waste Watcher indican que en Navidad el desperdicio alimentario aumenta hasta un 25 % respecto al resto del año. Elegir platos sencillos e inteligentes no es solo una decisión emocional, también es una postura ética y económica.
Cómo superar el miedo al plato sencillo: 4 claves psicológicas
1. Rebajar las expectativas
Como subraya Maslow, el sentimiento de pertenencia viene de las personas, no del número de ingredientes del menú.
2. Centrarse en la calidad, no en la cantidad
Buenos ingredientes + ejecución correcta funcionan casi siempre mejor que una receta excesivamente complicada
3. Cuidar el emplatado
Pocas maniobras, pero claras: orden, limpieza, contraste. Suelen funcionar mejor que cualquier filigrana.
4. Dar valor a tu tiempo
Un plato sencillo te regala horas que puedes dedicar a lo que realmente importa esos días.
La sencillez como verdadero lujo de las fiestas
El miedo al plato demasiado simple nace de expectativas, comparaciones y presiones que tienen poco que ver con la cocina de verdad. En Navidad no hace falta sorprender a toda costa. Lo que importa de verdad es con quién nos sentamos a la mesa.
La sencillez no es una renuncia, sino una elección consciente que combina psicología, estética y sentido común a la hora de gastar. Y muchas veces son precisamente los platos más esenciales los que nos devuelven el espíritu real de estas fiestas.
¿Dirías que esta reflexión se parece a lo que tú también vives cuando llega la Navidad?
Daniele Mainieri
Comentarios
Pavo0161
Absolutamente lógico