En el supermercado: Consejos para elegir un buen turrón de almendra
No puede faltar en ninguna mesa navideña. Año tras año está ahí, como manda la tradición. Nos guste más o nos guste menos, el turrón forma parte del imaginario navideño español tanto como las uvas en Nochevieja. Elegir un turrón de almendra en el supermercado parece una decisión sencilla; elegir uno bueno, no tanto.
Frente al estante del supermercado, con decenas de marcas, cajas brillantes, nombres grandilocuentes y una colección de “recetas tradicionales” y precios muy distintos, surge la pregunta inevitable: ¿en qué hay que fijarse para llevarse a casa un turrón realmente bueno?
Basta saber en qué detalles fijarse y comprender qué distingue a un producto bien elaborado. Con estos consejos, podrás seleccionar un turrón que realmente destaque por su textura, su equilibrio y la calidad de su almendra.
1. El porcentaje de almendra: el dato más importante
En los turrones de calidad, la almendra es la protagonista. Un buen turrón de Jijona o Alicante debería llevar al menos un 60 % de almendra, aunque muchas marcas tradicionales superan el 64–70 %. Cuanta más almendra, mejor sabor, mejor textura y mejor perfil nutricional.
Si el azúcar aparece antes que la almendra en la lista de ingredientes, desconfía: no es buena señal.
2. Comprueba la variedad de almendra
La variedad de almendra utilizada influye tanto como la cantidad. Cuando la etiqueta menciona almendra Marcona, suele hacerlo con motivo: esta variedad, de grano redondo y grasa natural elevada, soporta mejor el tostado y aporta un perfume cálido y persistente. Su textura es fina, sedosa, y se integra con una facilidad que se percibe tanto en el Jijona (el turrón blando), como en el Alicante (turrón duro).
Que la variedad aparezca claramente en el envase ya es un síntoma de honestidad: quien trabaja con Marcona lo destaca porque está orgulloso de ello.
3. Miel y azúcar: cuánto y en qué orden
En un turrón tradicional bien formulado, la miel no actúa solo como endulzante: interviene como aglutinante, aporta sabor y ayuda a mantener la humedad justa. Lo habitual en un producto de calidad es encontrar un orden razonado:
almendra → miel → azúcar
Cuando el azúcar se adelanta a la miel, suele ser señal de una receta pensada para abaratar costes. La miel de calidad deja un rastro amable, redondo, que no invade al producto.
4. Textura: qué esperar según el tipo
Cada tipo de turrón tiene su propia personalidad, y conocerla ayuda a distinguir lo excelente de lo que solo pretende serlo.
Jijona: debe ser tierno y untuoso, con la almendra perfectamente integrada. Si aparece graso en exceso o demasiado arenoso, no es buena señal.
Alicante: debe ser duro, quebradizo y limpio, con la almendra entera o partida visible y bien distribuida.
Un truco sencillo: en ambos casos, el aroma debe recordar a almendra tostada, no a azúcar quemado.
5. El precio: por qué varía tanto
El coste depende sobre todo de la cantidad y calidad de la almendra.
Si encuentras un turrón muy barato, es probable que:
- tenga menos almendra,
- use variedades de almendras más económicas,
- o aumente la proporción de azúcar y jarabes.
No hace falta comprar el más caro, pero sí evitar los que rebajan demasiado la materia prima.
6. Denominaciones de calidad
Las IGP “Turrón de Jijona” y “Turrón de Alicante” establecen parámetros estrictos sobre ingredientes, procesos y controles. No garantizan automáticamente que ese turrón sea el que más vas a disfrutar (el gusto personal siempre manda), pero sí aseguran que se ha respetado la tradición y que los procesos cumplen con estándares exigentes.
Para quien duda ante varias marcas, estas denominaciones son, sin duda, un punto de partida fiable.
7. Ingredientes que no deberían aparecer
Un turrón clásico no necesita grasas añadidas que no sean las propias de la almendra, ni aromas artificiales intensos, ni aditivos diseñados para disimular texturas.
Si ves muchos aditivos, aceites vegetales o sabores extraños en un turrón “básico”, quizá no sea la mejor opción.
Elegir bien
Elegir un buen turrón de almendra no es complicado si sabes dónde mirar: almendra abundante y de calidad, miel real, buen aroma y una lista de ingredientes breve.
Con estos criterios, la compra se convierte en un acierto seguro… y la bandeja de Navidad, en un pequeño homenaje a lo que este dulce representa: sencillez, tradición y materia prima bien tratada.
Patricia González
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