El pescado más popular de los menús escolares, vetado en Francia por su toxicidad
El atún, uno de los pescados más consumidos en el día a día y habitual en los menús escolares, ha sido retirado de los comedores públicos de ocho ciudades francesas, entre ellas París y Lyon. La medida no es menor: afecta a millones de estudiantes y pone sobre la mesa un debate que incomoda a familias, autoridades y a la propia industria alimentaria.
El mercurio, en el punto de mira
Todo comenzó con una investigación independiente que analizó 148 latas de atún en conserva. El resultado fue claro: todas contenían mercurio, un metal pesado considerado uno de los contaminantes más peligrosos para la salud. En más de la mitad de las muestras, los niveles superaban el límite máximo fijado para otros pescados como el bacalao o las anchoas.
La normativa europea, sin embargo, es más laxa con el atún y permite hasta 1 mg/kg en fresco. El problema es que, en conserva, la deshidratación concentra aún más el contaminante, alcanzando cifras que pueden multiplicar por casi diez las permitidas en otras especies.
Una decisión preventiva
Ante el riesgo de que niños y adolescentes superen con facilidad el umbral tolerable de exposición al mercurio, las autoridades locales optaron por retirar este pescado de los comedores escolares. El temor no es infundado: una vez ingerido, el mercurio puede acumularse en el cerebro y provocar daños neurológicos a largo plazo, afectando a la memoria, la capacidad de aprendizaje y el desarrollo motor.
La industria se defiende
El sector conservero, por su parte, sostiene que sus productos cumplen con la normativa vigente y que los controles internos reflejan niveles de mercurio inferiores a los límites legales. También cuestiona los métodos utilizados en el estudio que ha desatado la polémica.
¿Y en España?
La prohibición francesa se mantendrá mientras no se igualen los límites de mercurio del atún a los del resto de pescados, fijados en 0,3 mg/kg. El movimiento ha reabierto un debate que podría extenderse a otros países europeos. Y aquí surge la pregunta: si Francia ha decidido aplicar el principio de precaución, ¿deberían los comedores escolares españoles plantearse lo mismo?
Patricia González
Comentarios