Cómo conseguir que el langostino quede tierno y jugoso incluso cuando lo compras congelado
El langostino tiene un lugar asegurado en las comidas de Nochebuena y fin de año: funciona en entrantes, acompaña platos principales y suele gustar a todos.
Sin embargo, a pesar de su popularidad, también es uno de los productos más fáciles de estropear en la cocina. Cocinarlo de más, descongelarlo de forma incorrecta o abusar del aliño o del adobo son errores habituales que pueden dejar el langostino gomoso, seco o sin sabor, y nadie quiere eso en la mesa navideña.
Un langostino congelado puede quedar tan tierno y jugoso como uno fresco. Basta con respetar su textura y evitar que pierda agua antes de llegar a la sartén. Con unos pocos cuidados: un descongelado adecuado, tiempos breves al fuego y una finalización que preserve sus jugos, el langostino recupera firmeza y sabor.
1. Descongela de la manera correcta
Para preservar la textura, evita la descongelación rápida: nada de agua caliente ni del langostino sobre la encimera.
El método más fiable es pasarlos a un colador colocado dentro de un recipiente y dejarlos en la nevera unas 12 horas. Descongelar lentamente y sin contacto con el líquido que sueltan permite que la carne conserve mejor su estructura.
Si vas con prisas, coloca el paquete cerrado en un cuenco con agua fría durante 20–30 minutos, cambiándola cada 10. Es una técnica aceptada en cocina profesional siempre que se controle la temperatura.
2. Sécalos bien antes de sazonar
Una vez descongelados, escurre y seca los langostinos con papel de cocina. La humedad superficial impide que la pieza tome color y provoca la típica textura blanda. Es decir, producto húmedo = producto que se cuece, no que se dora.
3. Sazona con moderación
Admiten sal, pimienta, limón, ajo u otros aromáticos, pero hay dos reglas básicas:
- La sal, en el marisco crudo, se añade siempre justo antes de cocinar. Si se aplica con demasiado margen, extrae agua y endurece ligeramente la carne.
- Los adobos ácidos no deben superar los 20–30 minutos, porque comienzan a desnaturalizar las proteínas y endurecen la pieza incluso antes de ir al fuego.
4. No las cocines de más
Los langostinos necesitan muy poco tiempo de cocción. Más que contar minutos por cada lado (ya que puede variar según el tamaño de la pieza), lo más fiable es guiarse por señales físicas:
- Color rosado uniforme.
- Forma de C (si se cierra casi en círculo, en forma de O, está pasado).
- Carne apenas firme al tacto.
Aunque el rango habitual es de 1,5 a 3 minutos según el tamaño, la referencia más precisa es la temperatura interna:
- entre 55ºC y 60ºC.
- Por encima de 65ºC, las proteínas se contraen demasiado y la carne se vuelve seca.
5. Termina con un toque jugoso
Una vez cocinados, puedes añadir un hilo de aceite de oliva, una nuez pequeña de mantequilla o una cucharada de caldo caliente (nunca frío, para no cortar la cocción). Este toque aporta brillo y ayuda a mantener la humedad.
Un último apunte, el sabor profundo del langostino está en la cabeza y el caparazón, no tanto en la carne. Si quieres un resultado más sabroso, saltea las cabezas aparte para obtener un jugo o un aceite aromatizado con el que terminar el plato.
Con estas sencillas precauciones, los langostinos congelados pueden quedar igual de tiernos y jugosos que las frescos. La clave está en un descongelado lento, un secado correcto, un sazonado justo y una cocción breve; así, el langostino congelado puede comportarse igual que uno fresco. Son pasos sencillos, pero determinan el resultado.
Mirella Mendonça
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