¿Se puede mantener la dieta en Navidad entre roscones y comidas de empresa sin convertirse en “la pesada”?
Diciembre es, sin duda, el mes más desafiante para quien intenta mantener una dieta mínimamente equilibrada.
Cada semana aparece una nueva celebración: amigos invisibles, comidas de empresa, cenas de fin de año, mantecados y turrones en cada esquina y postres que “son solo para probar”. Pero entre excesos y tentaciones surge una pregunta muy real: ¿es posible disfrutar de todo eso sin fiscalizar los platos de los demás ni terminar sintiendo que hemos traicionado nuestra dieta?
Y sí: es posible
Mantener el equilibrio en diciembre no exige una dieta radical ni decir que no a cada dulce que alguien ofrece con cariño.
La clave está en hacer elecciones conscientes, respetar las señales del cuerpo y entender que comer bien también es comer con placer. No se trata de renunciar al polvorón de almendra, sino de evitar que el polvorón se convierta en desayuno, tentempié, postre y cena todos los días.
Una buena estrategia es mantener una rutina mínimamente estructurada en los días que quedan entre fiestas. Aprovechar esos intervalos para apostar por comida casera, vegetales frescos, buena hidratación y un sueño de calidad ayuda al cuerpo a reequilibrarse de forma natural. Así llegas a los grandes eventos con menos culpa, más energía y sin la sensación de haber tirado por la borda tu dieta de todo el año.
Otro punto importante es comer con consciencia. Estar presente. Disfrutar de lo que estás comiendo, sin culpa y sin distracciones, suele llevar a menos excesos que comer en piloto automático. Elige lo que de verdad te apetece, saborea con calma y no te sientas obligada a probar lo que solo aceptarías por compromiso. Cuidar de tu dieta también es elegir dónde merece la pena gastar el apetito.
La planificación también marca la diferencia. Si sabes que por la noche tienes una cena especial, puedes optar durante el día por comidas más ligeras y nutritivas, sin caer en el modo “dieta de compensación” ni en la restricción total. Comer demasiado poco antes de un evento suele acabar en atracón cuando llega la hora de la fiesta. Mejor mantener cierta regularidad, evitar llegar con un hambre extrema y cuidar la dieta global del día, no solo el momento de la cena.
¿Y si te pasas? También está bien
Un día no define tu salud, y mucho menos tu valor.
El problema no es comer de más en una noche señalada, sino convertir eso en costumbre. Al día siguiente, vuelve a tu rutina, bebe agua, come ligero y sigue adelante. Sin castigos, sin dietas compensatorias que solo añaden más tensión a tu relación con la comida.
Mantener el equilibrio no va de perfección, va de intención. Diciembre puede ser un mes de celebración y placer, siempre que cambies la culpa por sentido común y la rigidez por escucha: qué necesitas, qué te sienta bien, cómo quieres cuidar tu dieta sin renunciar a los planes que te hacen feliz. Así, lo único que acabarás acumulando a final de año serán buenas memorias, y no remordimientos.
Mirella Mendonça
Comentarios
anonymous
Muy preciso.