La mousse de chocolate perfecta existe (¡y tiene un toque de sal!)

Todos tenemos nuestra magdalena de Proust, ese postre que nos devuelve a la infancia, ese que, con solo nombrarlo, activa recuerdos y antojos a partes iguales. La mousse de chocolate ocupa, para muchos, ese lugar especial. Hay algo en esa textura ligera, en el gesto de meter la cuchara y en el sabor intenso del chocolate que nos vuelve locos. Y aquí tienes una versión que lo borda: intensa, con el punto justo de sal para que los sabores brillen de verdad. Sí, ese toque salado marca la diferencia, y te contamos por qué.
¿El secreto? Una pizca de sal en su justa medida
Puede sorprender, pero una pizca de sal añadida en el momento justo no convierte la mousse en un postre salado. Todo lo contrario. Lo que hace es acentuar los matices y aromas del chocolate, acentuar su profundidad y equilibrar el conjunto. No es un efecto evidente, pero sí determinante: ese pequeño gesto convierte una buena mousse en una que no se olvida.
Ingredientes:
- 150 gr de chocolate negro para repostería
- 50 gr de mantequilla semisalada
- 1 yema de huevo
- 4 claras de huevo
- 1 pizca de sal
- 1 pizca de flor de sal (opcional, para el final)
Paso 1. Montar las claras a punto de nieve

Empieza batiendo las claras hasta que estén espumosas. Añade una pizca de sal y continúa batiendo hasta que queden firmes.
Paso 2. Derretir el chocolate y la mantequilla

Funde el chocolate junto con la mantequilla al baño maría o en el microondas, vigilando que no se queme.
Paso 3. Añadir la yema

Incorpora la yema al chocolate derretido y mezcla bien.
Paso 4. Incorporar las claras montadas

Agrega las claras poco a poco, con movimientos envolventes y delicados, preferiblemente con una espátula de silicona.
Paso 5. Repartir y enfriar

Vierte la mousse en recipientes individuales y deja enfriar en la nevera al menos tres horas.
Nosotros hemos rellenado tres recipientes generosamente, pero puedes sacar hasta seis si prefieres raciones más pequeñas.
Paso 6. El toque final

Antes de servir, puedes espolvorear un poco de flor de sal sobre la superficie. No es imprescindible, pero aporta un contraste muy agradable.
En pocas palabras: sencillo, intenso, irresistible
Como ves, no hace falta recurrir a ingredientes raros ni a pasos complicados. Con buen chocolate, huevos frescos y un poco de cuidado al mezclar, se consigue una mousse sencilla y efectiva, de las que terminan repitiéndose en casa una y otra vez.
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