¿La hora de la cena influye en el aumento de peso?

Seguro que más de una vez has oído aquello de: "Si cenas después de las ocho, acabarás engordando".
Pareciera que, llegado cierto momento del día, el cuerpo activase una especie de alarma secreta que transforma cada bocado nocturno en un kilo de más. Pero, ¿de verdad es tan simple?
Spoiler: como suele ocurrir en nutrición, la respuesta tiene más matices de los que nos gustaría creer. Desenredémoslo todo juntos ;)
El origen de la idea
La creencia de que cenar tarde conduce al aumento de peso suele apoyarse en un razonamiento bastante sencillo:
- Por la noche nuestra actividad disminuye.
- Quemamos menos energía.
- Las calorías que no gastamos se acumulan como grasa.
A simple vista parece lógico, pero el cuerpo humano no funciona con reglas tan básicas. Incluso en reposo, seguimos consumiendo energía gracias a nuestro metabolismo basal, y sí, también mientras dormimos.
El verdadero factor determinante no es la hora a la que te sientas a la mesa, sino lo que consumes a lo largo del día. Lo que realmente pesa en la balanza es qué comes, cuánto y con qué frecuencia, no si cenas a las 19:30 o a las 21:30.
Qué dicen los estudios
Algunos estudios sugieren que cenar muy tarde (pasadas las 22:00 o 23:00 horas) podría estar relacionado con un mayor riesgo de ganar peso. Ahora bien, el problema no reside tanto en el reloj como en los hábitos que suelen acompañar a esas horas.
Tapas frente al televisor, antojos dulces antes de acostarse, raciones generosas… lo que se suele consumir a altas horas poco tiene que ver con un plato ligero de sopa casera o una ensalada improvisada.
Otro aspecto clave es el descanso.
Cenar tarde suele ir de la mano de un sueño de peor calidad, y ya sabemos que dormir mal altera las hormonas que regulan el hambre (grelina y leptina), facilitando así los atracones nocturnos y los cambios en el peso.
Entonces, ¿hay que cenar a las 6 de la tarde para mantenerse delgado?
No necesariamente. Más que obsesionarse con una hora concreta, se trata de mantener cierta coherencia:
Una cena ligera y equilibrada a las nueve de la noche no supone ningún problema.
Lo que sí puede pasar factura es convertir en rutina las cenas copiosas a las once de la noche, acompañadas de varias copas y postre.
Al cuerpo le sientan bien los horarios estables. Mantener una estructura regular de comidas, evitar compensaciones saltándose otras y optar por cenas más suaves ayuda mucho más que cualquier cambio drástico de horario.
En resumen: el equilibrio, no el reloj
Comer tarde, por sí mismo, no es un problema. Lo que realmente importa es:
- La calidad de los alimentos (priorizar verduras, proteínas y grasas saludables).
- La cantidad (comer según el hambre real y no por puro capricho).
- La regularidad en las comidas.
- Y cuidar el descanso, un factor clave para mantener un peso estable.
En definitiva, no hay motivo para agobiarse si algún día la cena se retrasa. Lo importante es disfrutar de la comida sin prisas, escuchar a tu cuerpo y mantener hábitos saludables a lo largo del tiempo.
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(Fuentes: The American Journal of Clinical Nutrition, 2022).

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