Caducados pero comestibles: 5 alimentos que valen la pena y 5 que no

Al ser un alimento fermentado, el yogur resiste relativamente bien al paso del tiempo. Si se ha conservado adecuadamente en el frigorífico y el envase no ha sido abierto, puede tomarse incluso entre 5 y 7 días después de la fecha impresa.

Eso sí, conviene examinar bien su aspecto, olor y sabor. Ante la menor duda, mejor no tomar riesgos innecesarios.

La pasta seca, al no contener agua, tiene una vida útil prolongada. Si se guarda en un lugar fresco, seco y lejos de la humedad, puede conservarse durante meses, incluso años, más allá de su fecha.

Atención: compruebe si el envase presenta mariposas o rastros de humedad.

Guardadas en un recipiente bien cerrado, pueden seguir siendo aptas durante varias semanas. Aunque su textura pueda alterarse con el tiempo, no representan un riesgo en sí mismas.

Se recomienda evitar aquellas que contengan rellenos lácteos o cremosos, ya que estos sí son más delicados.

Un huevo puede seguir siendo seguro hasta 3 semanas después de la fecha si se ha conservado en frío. Para asegurarse, basta con sumergirlo en agua: si flota, es hora de tirarlo; si se hunde, puede utilizarse.

Atención: no los consumas crudos si están próximos a la fecha de caducidad.

Los quesos duros o muy curado s, como el parmesano o el pecorino, se conservan bien incluso pasado el tiempo indicado, siempre que no muestren moho en exceso.

Si aparece una pequeña mancha, basta con cortar al menos un centímetro a su alrededor. Si el moho ha penetrado, conviene desechar el queso entero.

Una vez superada la fecha de caducidad, la carne cruda debe ir directamente al cubo de basura. Aunque tenga buen aspecto, puede haber desarrollado bacterias peligrosas para la salud.

Es uno de los alimentos más sensibles. Incluso con solo un día de diferencia respecto a su fecha de caducidad, el riesgo de intoxicación es alto. Lo más prudente es evitarlo por completo.

Las mezclas envasadas tienen una vida corta. Una vez abiertas, o si se acercan al final de su fecha, deben consumirse cuanto antes. Cualquier olor ácido o aspecto mustio es señal de alerta.

Si no se ha mantenido a la temperatura adecuada, puede estropearse incluso antes del día indicado. Si ha pasado un día o más de la fecha y no hay garantías sobre su conservación, lo más sensato es no consumirla.

Estos zumos, frecuentes en mercados y refrigeradores de tienda, no llevan conservantes y tienen un margen muy breve. Pasado ese límite, pueden desarrollar bacterias peligrosas, aunque su aspecto no lo revele.

La fecha de caducidad no siempre señala el punto en que un alimento deja de ser seguro. En muchos casos, solo indica cuándo está en su mejor momento. Con un poco de atención, y sentido común, es posible reducir el desperdicio sin poner en riesgo la salud.

Pero ante la duda, siempre es preferible no arriesgar. La seguridad alimentaria está por encima de cualquier intento de ahorrar.