El efecto inesperado del pescado azul: menos agresividad y más calma
¿Y si bastara un simple nutriente para lograr un ambiente más tranquilo en casa, y hasta evitar alguna que otra discusión? Según una investigación difundida por Slate, los ácidos grasos omega-3, presentes sobre todo en el pescado azul, podrían tener un efecto poco conocido: ayudar a reducir la agresividad. El mismo nutriente que protege el corazón parece, además, contribuir a calmar la mente.
Omega-3, mucho más que un protector cardiovascular
Los beneficios de los omega-3 son bien conocidos:
- contribuyen a mantener la salud del corazón,
- ayudan a equilibrar el estado de ánimo,
- reducen la ansiedad y los síntomas depresivos,
- y combaten la inflamación en el organismo.
El cerebro también se alimenta
La explicación es biológica.
Los omega-3 (en especial el DHA y el EPA) participan directamente en el funcionamiento cerebral: ayudan a mantener la fluidez de las membranas neuronales, modulan neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, e influyen en la expresión de genes relacionados con la regulación emocional.
En otras palabras, un cerebro bien nutrido en omega-3 reacciona con más calma y gestiona mejor el estrés y las emociones intensas.
Como resume el neurocriminólogo Adrian Raine, de la Universidad de Pensilvania y autor principal del estudio, “los omega-3 no son una cura milagrosa contra la violencia, pero pueden marcar la diferencia”.
Mejor en el plato que en pastillas
Los investigadores coinciden en que no hace falta lanzarse a por los suplementos. Dos o tres raciones semanales de pescado azul —como salmón, caballa, sardina o arenque— bastan para cubrir las necesidades diarias de omega-3.
En niños inquietos o adultos sometidos a estrés, una dieta rica en estos ácidos grasos podría favorecer un estado mental más sereno, sin efectos adversos conocidos cuando provienen de alimentos.
Eso sí, en el caso de los suplementos, conviene prudencia: dosis elevadas o tratamientos prolongados pueden interferir con ciertos fármacos o causar molestias digestivas. Antes de tomarlos, siempre es recomendable consultar con un profesional sanitario.
Y para quienes no consumen productos de origen animal, el lino, las nueces, el aceite de colza o las algas ofrecen formas vegetales de omega-3, aunque su absorción es algo menos eficiente.
Un posible complemento para prevenir situaciones de riesgo
Los autores del estudio proponen ir más allá: incorporar los omega-3 de forma sistemática en entornos especialmente sensibles (como cárceles, centros de salud mental o clubes deportivos) podría reducir episodios de agresividad.
La idea no es nueva. Ya en 2001, investigadores estadounidenses habían observado que los países con mayor consumo de pescado presentaban tasas de homicidio más bajas.
¿Casualidad? Tal vez no.
La última reflexión
Los omega-3 no transforman un temperamento volcánico en calma absoluta, pero sí parecen suavizar los bordes del carácter.
Quizá la clave de un entorno más sereno no esté en una píldora, sino en algo tan cotidiano como un plato de pescado azul bien cocinado.
Por su papel en el corazón, el cerebro y ahora también en el comportamiento, los omega-3 confirman algo que la ciencia lleva tiempo sugiriendo: una buena alimentación puede moldear, en parte, nuestra manera de sentir y reaccionar.
Adèle Peyches
Comentarios
daineo
Muy interesante saber algo más de los alimentos que sus propiedades mutricionales.