¿Cuándo no se deben comer mejillones? Guía práctica para reconocerlos
Los mejillones son uno de los mariscos más apreciados en la cocina española. Llenos de sabor y muy nutritivos, se sirven en tapas, arroces o al vapor con un simple chorro de limón. Pero aunque forman parte de nuestra cultura gastronómica, conviene saber algo esencial: no siempre se deben comer mejillones. Identificar cuándo están en mal estado es clave para evitar riesgos en la mesa.
1. Mejillones abiertos en crudo que no se cierran
El primer signo de alerta. Un mejillón fresco debe estar vivo. Si lo ves abierto en crudo, dale un golpecito: tiene que cerrarse. Si no lo hace, está muerto y no es apto para el consumo.
2. Olor desagradable o extraño
El buen mejillón huele a mar limpio y fresco. Si desprende un olor fuerte, a amoníaco o desagradable, mejor descartarlo. Recuerda que el aroma es un indicador fiable del estado del marisco.
3. Evítalos en épocas de “marea roja”
Los mejillones pueden acumular toxinas de microalgas. Esas sustancias no se eliminan al cocinarlos. Por eso se controla la recolección en zonas productoras como Galicia. Compra siempre en mercados regulados y con etiquetado oficial.
4. Conchas rotas o dañadas
Una concha agrietada facilita la entrada de bacterias. Un buen mejillón debe estar entero, cerrado y con brillo húmedo. Si no cumple esas condiciones, recházalo.
5. Mal conservados o recalentados
Los mejillones pierden calidad y seguridad si se manipulan mal. Cocinarlos demasiado tiempo los vuelve gomosos, pero lo más peligroso es dejarlos a temperatura ambiente durante horas: pueden aparecer bacterias como E. coli o Vibrio. Lo recomendable es consumirlos recién cocidos y guardar las sobras en frío lo antes posible.
6. Cuando no se abren al cocinarlos
Otra regla práctica: si después de cocerlos o hacerlos al vapor algún mejillón permanece cerrado, hay que desecharlo sin dudar. Significa que no estaba vivo al entrar en la olla y no es seguro comerlo.
7. Conservación antes y después de la cocción
Los mejillones frescos deben guardarse en la nevera, cubiertos con un paño húmedo y nunca dentro de bolsas de plástico cerradas, porque se asfixian. Tras la cocción, conviene refrigerarlos cuanto antes en un recipiente tapado y consumirlos en un máximo de 24 horas.
La regla del “mes con R”
Durante décadas se decía que el marisco solo debía comerse en meses con “R” (de septiembre a abril). Hoy esa regla ha perdido valor, porque los sistemas de depuración y refrigeración garantizan la seguridad de los mejillones todo el año. Queda como recuerdo cultural, pero no como norma de consumo.
Conclusión: seguridad y sabor van de la mano
Saber cuándo no comer mejillones es tan importante como disfrutarlos. Reconocer un marisco fresco, confiar en el control sanitario y mantener la cadena de frío son pasos que garantizan un plato sabroso y seguro. Así, cada concha se convierte en lo que debe ser: un homenaje al mar.
Patricia GonzálezComentarios
Luzella
Siempre he tenido la duda sobre los mejillones frescos congelados, en teoría están muertos por la congelación y entonces ¿por qué se abren cuando los cocinas? Si congelados están cerrados y muertos.
Muy buena pregunta. Al congelarse, los mejillones efectivamente ya no están vivos. Sin embargo, lo que ocurre al cocinarlos no es que “se abran” porque estén vivos, sino por un efecto físico: el calor hace que la carne del mejillón se contraiga y la concha se abra por presión. En fresco, esa apertura nos indica que estaban vivos justo antes de la cocción; en congelados, simplemente es una reacción natural al calor. Por eso es normal que se abran igualmente, aunque ya estén muertos desde la congelación. Un saludo!