Acusada de ser demasiado dulce, esta fruta tiene un efecto real sobre tu energía y tu bienestar
Lo llevamos al trabajo como tentempié, lo cortamos en rodajas sobre el yogur, lo convertimos en un bizcocho de plátano o lo comemos deprisa, de pie, antes de salir de casa. El plátano forma parte de nuestra rutina sin que apenas reparemos en ello… y, sin embargo, solemos subestimar todo lo que puede hacer por nuestra salud.Energético, suave con el estómago y lleno de nutrientes, tiene más virtudes de las que imaginas.
Pero ¿es bueno comerlo todos los días? ¿Y hay algo que convenga evitar? Esto es lo que realmente ocurre cuando el plátano se convierte en un hábito diario.
Energía que se nota enseguida
Un plátano aporta unas 90 calorías por cada 100 gramos y una buena dosis de azúcares naturales, glucosa, fructosa y sacarosa, que el cuerpo asimila rápido. Esa combinación calma el hambre y mantiene la energía estable, sin altibajos.
Por eso es un clásico entre deportistas: mejora la resistencia, repone las reservas de glucógeno y ayuda a recuperarse después del esfuerzo.
De hecho, un estudio publicado en PLoS One comprobó que tomar plátanos durante el ejercicio resulta tan eficaz como una bebida energética para mantener el rendimiento y reducir la fatiga muscular.
Así que puede venirte de maravilla:
- antes de entrenar, para evitar el bajón y rendir mejor,
- a media mañana o media tarde, para aguantar con energía hasta la siguiente comida,
- o en el desayuno, para empezar el día con fuerza y sin hambre antes de tiempo.
Cuida el corazón y los músculos
Un plátano contiene unos 400 mg de potasio, cerca del 10 % de lo que necesitamos al día. Este mineral es fundamental para regular la tensión arterial, mantener el corazón en forma y favorecer la contracción muscular.
La Organización Mundial de la Salud recomienda aumentar el consumo de potasio porque ayuda a prevenir la hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares.
Un plátano al día puede contribuir a equilibrar el exceso de sodio que suele tener la dieta actual, más salada de lo recomendable.
Una ayuda real para la digestión
Otra de sus virtudes es su contenido en fibra. Un plátano mediano aporta unos 2,6 gramos, suficientes para regular el tránsito, prevenir el estreñimiento y alimentar la flora intestinal.
Y, curiosamente, su efecto cambia según lo maduro que esté:
- Maduros: son más suaves y facilitan el tránsito.
- Verdes o algo firmes: contienen almidón resistente, un tipo de fibra que retrasa la digestión y alimenta las bacterias buenas del intestino.
Un truco fácil: si tiendes al estreñimiento, elige plátanos bien maduros; si tu digestión es demasiado rápida, te sentarán mejor los más verdes.
Vitaminas, minerales y buen humor
Además de potasio y fibra, el plátano aporta:
- vitamina B6, que ayuda a producir serotonina, la llamada “hormona de la felicidad”;
- vitamina C, que refuerza las defensas;
- magnesio, un mineral que ayuda a relajarse;
- y antioxidantes, que protegen las células del envejecimiento.
Por eso se recomienda en épocas de cansancio o bajones anímicos. Incluido en una alimentación equilibrada, puede ayudar a mantener el ánimo más estable y la mente más despejada.
¿Es cierto que tiene demasiado azúcar?
Es una de las dudas más habituales. El plátano tiene un índice glucémico medio (alrededor de 60), lo que significa que libera energía de forma moderada.
Para la mayoría de las personas no supone ningún problema, aunque si tienes diabetes o quieres evitar picos de glucosa, es mejor tomarlo acompañado de proteínas o grasas saludables, por ejemplo, con un yogur natural o un puñado de almendras.
Y, como casi todo en alimentación, lo importante es la medida:
- uno o dos plátanos al día es una cantidad ideal,
- más de eso puede resultar excesivo, sobre todo si se suman otros frutos dulces.
Veredicto: sí, un plátano al día es una buena idea
Tomar plátano a diario aporta energía, fibra, vitaminas y minerales, además de cuidar la digestión y el corazón. Solo hay que disfrutarlo con moderación.
Una o dos piezas al día son más que suficientes para beneficiarse de todas sus ventajas… sin pasarse con el azúcar.
Adèle Peyches
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