9 consejos imprescindibles para no caer en la trampa de cocinar de más en Nochevieja
La Nochevieja es para celebrar, brindar y estirar una cena que baila entre dos años. Pero también es la noche en la que muchas casas se convierten en una cocina a pleno rendimiento: encimeras a rebosar, los tres fuegos de la vitro hasta última hora y, al final, fuentes que vuelven casi intactas a la nevera. Es más común de lo que parece: solemos preparar mucha más comida de la necesaria.
Cocinar por encima de lo razonable no solo dispara el gasto y el desgaste físico y mental; también aumenta el riesgo de desperdicio. Parte se aprovechará al día siguiente, sí, pero otra acabará —por desgracia— en la basura.
Lo cierto es que, con un poco de pensamiento lógico y algo de freno a la impulsividad, se puede montar una cena festiva y generosa sin caer en el exceso.
1. Planifica el menú con antelación
Un menú bien pensado te ahorra dos problemas clásicos: improvisar en el súper y cocinar “por si acaso”. Antes de comprar, deja por escrito tres cosas:
- Cuántos seréis (adultos y niños, si los hay).
- Qué se come al llegar (aperitivo) y qué se sirve sentado (platos).
- Qué parte del menú puedes adelantar el día 30 (salsas, caldos, masas, postres que reposan).
Si eliges recetas que ya has hecho otras veces, reduces el margen de imprevistos y, con él, la tendencia a añadir platos extra.
2.Calcula las porciones correctamente
El error más habitual es calcular como si cada plato fuera el único protagonista. En Nochevieja casi siempre hay variedad, así que conviene ajustar.
Como base, puedes tener a mano estas cantidades orientativas para no pasarte:
- Aperitivo variado: 6–8 piezas por persona.
- Plato principal (carne o pescado): 150–200 g netos por adulto si ha habido aperitivo generoso.
- Guarniciones: 120–180 g en total por persona (entre todas).
- Postre: una ración moderada.
- Uvas: aquí no hay discusión: 12 por persona (y alguna extra por si alguna sale rodando debajo del sofá)
Y un detalle importante: si hay muchos platos, la gente suele servirse por curiosidad, no por hambre. Por eso, más variedad no siempre significa más satisfacción.
3. Simplifica el menú
Una cena más corta suele salir más redonda. Menos platos no significa menos fiesta: significa más control de tiempos, mejor temperatura en la mesa y menos sobras.
Una estructura que rara vez falla:
- Aperitivo: canapés, montaditos, algo frío + algo caliente.
- Cena propiamente dicha: 1 plato principal + 1–2 guarniciones.
- Final: postre + uvas + brindis.
Si quieres variedad, búscala por contraste (algo fresco + algo caliente; algo crujiente + algo cremoso), no por cantidad.
4. Delega tareas (y delega con criterio)
Cocinar en solitario agota y dispara el “ya que estoy, voy a hacer de más por si acaso”. Si hay invitados, reparte:
- Una persona trae postre.
- Otra se encarga del aperitivo.
- Otra, bebidas/hielo/pa
Para evitar duplicados, asigna “categorías” en lugar de “trae lo que quieras”. Además de aliviarte, la mesa gana variedad sin que tú tengas que cocinar el doble.
5. Reutilizar ingredientes
Planifica recetas que compartan base: hierbas, cítricos, una misma salsa o una guarnición que funcione en dos platos. Así compras menos cosas “solo para una cucharada” y aprovechas mejor lo que ya tienes.
Algunos ejemplos prácticos:
- Cítricos para aliño + para un postre.
- Una salsa base para el principal + como “toque” en un entrante.
- Verduras asadas que sirven como guarnición y como relleno/ensalada templada al día siguiente.
6. Sirve en recipientes pequeños
Presentar los platos en fuentes más pequeñas ayuda a no sacar de golpe cantidades excesivas. Puedes reponer cuando haga falta, y lo que no se coma puede guardarse en buenas condiciones para otra ocasión.
7. Atención al exceso de postres
El exceso de postres es uno de los mayores culpables del desperdicio en Nochevieja. Elige una o dos opciones principales y, si es posible, en versiones más pequeñas. Tartas, troncos, flanes o vasitos individuales ayudan a ajustar mejor y a evitar sobras voluminosas.
8. Ten un plan para las sobras
Incluso con la mejor planificación, es habitual que sobre comida. Para evitar el desperdicio, prepara recipientes para guardar los alimentos de forma adecuada y segura. Además, piensa en cómo transformar lo que queda en platos apetecibles para los días siguientes: sándwiches calientes, croquetas, canelones o empanadas.
9. Concéntrate en lo que realmente importa
La Nochevieja no debería definirse por la cantidad de comida servida. Valora el tiempo que pasas con los tuyos. Si hay un punto en el que el menú te roba la noche, recorta sin culpa: compra un postre, simplifica un entrante o cambia una elaboración delicada por otra que puedas dejar lista con antelación. La cena debe estar a tu favor, no al revés.
Mirella Mendonça
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