El secreto de una polenta cremosa perfecta
La polenta, elaborada a partir de harina de maíz, ha formado parte durante siglos de la mesa popular en España y es también un gran clásico de la cocina italiana. De plato humilde ha pasado a convertirse en una preparación con un lugar propio en la mesa contemporánea. Su textura suave y cremosa, unida a su sabor delicado, la hace perfecta para los días fríos, ya sea como plato principal o como acompañamiento de carnes, setas o guisos.
Para que la polenta quede perfecta hay que cuidar los detalles. La cocción lenta y el movimiento constante para evitar grumos son fundamentales, pero hay un gesto que cambia por completo el resultado: añadir leche entera al agua de cocción. Esa grasa láctea le da una cremosidad y una suavidad que no se consiguen de otra manera.
El remate llega con un poco de mantequilla y un buen queso curado rallado, parmesano, manchego o cualquier queso con carácter, que redondea el sabor. El resultado es una polenta aterciopelada y sabrosa, que se disfruta tanto con un simple toque de pimienta recién molida como acompañando un ragú, unas setas salteadas o un guiso de carne.
Un plato que demuestra que la sencillez, cuando se cuida, puede ser extraordinaria.
¿Qué la hace especial?
- Más cremosa: la leche da una textura suave que el agua no logra.
- Con más sabor: bastan mantequilla, parmesano y un poco de nuez moscada.
- Muy práctica: acompaña bien a ragú, setas, quesos, huevos escalfados o simplemente un toque de pimienta.
Prueba esta receta de polenta y nota la diferencia
Daniele Mainieri
Comentarios